Semillas
Educativas
5.
Celebremos la navidad
«Dios ha hecho suyos los rasgos de su propio cuerpo humano hasta
el punto de que, pintados en una imagen sagrada, pueden ser
venerados porque el creyente que venera su imagen, «venera a la
persona representada en ella». Catecismo de la Iglesia Católica. 477.
Es motivo de alegría para el hom-
bre, celebrar la Navidad, como un
hecho histórico, de salvación, de
recuerdo perenne que allí reposa
la imagen del Cristo que se hizo
hombre por nosotros para redimir-
nos del pecado y para lavar las cul-
pas que nos invaden. La Navidad
no debe tomarse como un hecho
aislado de la salvación. Por el con-
trario, va ligado a ella y nos abre
el camino en forma directa para
llegar a Jesús.
El hecho de construir el pesebre,
de simbolizar el nacimiento del
Cristo humanizado, no conlleva a
idolatrar, sino a abrir caminos de
esperanza en el corazón del hom-
bre, porque le permite, sentirse
cerca de su Salvador, a recordar
con fe y prudencia el Gran Misterio
del Nacimiento del Niño Jesús en
la gruta de Belén y a retomar todo
lo bueno de este acontecimiento
maravilloso, por eso sentimos la
Navidad como nuestra, y ella, nos
marca el sendero con sus luces y
colores, para vibrar de que Jesús
está entre nosotros y que nunca
nos deja solos.
Es importante tener en cuenta que
con la celebración de la Navidad,
estamos a un paso definitivo de
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conectar con el amor de Dios, por
medio de su Hijo, que por eso, es
sumamente interesante hacer que
los niños participen del hecho que
envuelve al mundo en el mes de
diciembre, como es la Navidad,
momento oportuno en la vida del
cristiano, pues a través de ella, se
nos permite acercarnos e iluminar-
nos con la vida de Jesús, haciendo
que nuestras mentes y el corazón,
se llenen de fortaleza y entendi-
miento, dos importantes dones,
que solo la alegría de la Navidad
hace partícipe.
Hay que acercar a los niños y a
los adultos al motivo de la Navi-
dad, no por lo que pueda ofrecer
en regalos y ostentaciones, sino
más bien, por esa alegría senci-
lla que se siente en el corazón y
hasta en el mismo ambiente, de-
jándonos llevar hasta irradiar en
los demás los mismos sentimien-
tos. Igualmente, debemos permi-
tir que los niños participen de la
Navidad, haciéndolos que se sien-
tan los más acogidos, que hagan
el pesebre, rezando la Novena,
ojalá uniéndose al párroco de su
respectiva comunidad y represen-
tando a lo vivo la bella escena de
la familia de Nazaret. Este, será el
mejor testimonio personal que les
Semillas educativas. Orientaciones didácticas para la formación de la Infancia Misionera
desde la escuela.
PhD José Orlando Salazar Duque.