Bombas líquidas en el aeropuerto
Las noticias pueden generar confusión. Un puñado de terroristas armados con líquidos explosivos disimulados en botellas de gaseosas y un componente electrónico tan doméstico como un iPod, una cámara de fotos o un celular, iban a provocar lo que podría haber sido uno de los peores atentados de la historia. Da escalofríos.
Sin embargo, el trasfondo es mucho más complejo. Hasta donde se sabe, los terroristas iban a utilizar peróxido de hidrógeno y triperóxido de triacetona (TATP) para armar, es cierto, un explosivo sencillo, pero que requiere gente altamente capacitada -por ejemplo, para obtener los componentes, que no se consiguen en un comercio- y mucha planificación para lograrlo, según explicaron a LA NACION dos de los principales expertos en explosivos del país, que hablaron con la condición de mantener el anonimato.
El hecho de que antes de abordar un avión, una inocente botella de agua mineral, un perfume o un dentífrico puedan ahora sufrir la misma implacable condena por parte del personal de seguridad que desde el 11 de septiembre de 2001 recibe un cortauñas o una pequeña tijera, puede llevar a pensar, lógicamente, que el ingenio terrorista alcanzó niveles estratosféricos. ¿Qué clase de cerebro podría armar una bomba con loción capilar? ¿Un celular se puede usar para detonar una bomba?
Sí y no.
"Por empezar, conviene no confundirse. Si las autoridades aeroportuarias decidieron que ya nadie puede subir con líquidos a un avión es porque todavía la policía no sabe con exactitud qué es lo que está buscando ni cómo detectarlo -dijo a LA NACION uno de los especialistas-. Pero si a usted no lo dejan subir con un perfume no es porque los perfumes son útiles para hacer bombas. De hecho, no lo son. Es porque hoy no se puede detectar con certeza si lo que hay adentro del frasco es otra cosa."