SANGRE DE CAMPEÓN Sangre de campeón | Page 71

-¡Hijo, no juzgues a la gente sin antes conocerla! Permanecí callado. Fuimos a la cocina. Papá preparó algo de cenar. Mientras lo hacía, pregunté: -¿Por qué contrataste a ese hombre? -El viernes en la tarde -me explicó -, cuando regresé a revisar los papeles de vacunación del perro, el señor Izquierdo se portó muy amable; me confesó que no tenía trabajo. Me dijo que la madre de Lobelo se fue con todo el dinero y lo dejó a cargo del rebelde muchacho y en la ruina. -¿Eso te dio lástima? -No le ofrecí empleo por lástima. Mientras Riky esté en el hospital, tu madre necesitará alguien que haga las compras. También pensé que Lobelo dejará de molestarte si su padrastro trabaja para nosotros. -Papá, ¡te estás contradiciendo! Tú me dijiste: “Hay fiestas a las que no debes ir, compañeros que no deben ser tus amigos; no trates de caerle bien a los malvados; aléjate de ellos.” ¿Ya no te acuerdas? ¡Tú me lo dijiste! Se quedó quieto y me miró fijamente. -Felipe ¿por qué tienes tanta desconfianza del señor Izquierdo? Guardé silencio. Yo conocía a pocos “campeones”. Pero, sin duda, mi padre era uno. Si no le tenía confianza a él, ¿entonces a quién? -Papá -le expliqué -. Desde hace algún tiempo presiento cosas... Cuando observo sangre, tengo visiones raras, como si pudiera conocer el alma de las personas. He tenido como pesadillas, pero despierto. He visto monstruos peleando con soldados. Los vi en la sangre de Riky y los vi en mi propia sangre. 71