SANGRE DE CAMPEÓN Sangre de campeón | Page 38

-Buscaré los papeles –contestó -. Regrese al rato. Respecto a lo que hizo Lobelo, reciban una disculpa de mi parte. Papá prometió volver Después fuimos a un restaurante. Por la tarde, me dejó en la escuela, antes de irse al hospital. Era viernes. Necesitaba recoger mi nuevo horario y la lista de profesores que me darían clases a partir del lunes. Vi a Lobelo en el patio del colegio. Lo acompañaba el compañero obeso. Quise escabullirme, pero fue inútil. Los dos tiranos se me pusieron enfrente. Lobelo me empujó. -¿Por qué fuiste a acusarme, cobarde “Malapata”? Traté de caminar hacia un lado para evadirlo. Me detuvo por el brazo. -Mi padrastro nunca me regaña y ¡ahora lo hizo! Por tu culpa, como castigo, me quitó la motocicleta. -Lo siento. -¿Lo sientes, grandísimo baboso? Pues yo lo siento más: ¡Ya verás lo que voy a hacer contigo! Entonces se acercó a mí de un salto. Me arrebató mi carpeta de apuntes con los nuevos horarios y se la arrojó a su amigo. Traté de atraparla en el aire. Fue inútil. Corrieron hacia el fondo del patio. Los seguí. El chico obeso me detuvo mientras Lobelo tiraba al piso mis papeles y bailaba sobre ellos. -¡No hagas eso! -supliqué. -¿Por qué no? –contestó -. Es basura. Vamos a echarla por la coladera. Había unas rejillas en el suelo. Arrojaron mi carpeta en el interior. Después corrieron. Llegué al lugar. Miré hacia abajo. 38