-Entonces -comentó después -. ¿Por qué no escribes lo que
acabas de platicarme? De esa forma jamás lo olvidarás.
-Pero yo no sé escribir.
-Sí sabes. ¿Recuerdas la carta que redactaste para el director
cuando te iban a expulsar? Es genial. Has dicho que tienes sangre
de campeón, ¿verdad? Pues yo creo que un campeón no se queda
con los sueños en la mente. Actúa y los convierte en realidad.
¡Escribe tus experiencias, Felipe! Difúndelas. Enséñale a los demás
niños que pueden ser triunfadores si se lo proponen. Haz un libro,
lo mejor que puedas, y después buscaremos a un escritor que nos
eche la mano para corregirlo y publicarlo. Así es como se alcanzan
las grandes metas. Haz tu mejor esfuerzo y luego pide ayuda a
quienes tienen la posibilidad de impulsarte...
Abracé a mi madre y mi congoja se fue apaciguando.
Eso haría.
Cuatro meses después, dieron de alta a mi hermano. El
tratamiento tendría que continuar por mucho tiempo más pero, por
lo pronto, Riky había sobrevivido a la fase inicial de una violenta
leucemia.
Un día antes de su salida del hospital, me confesó que le daba
vergüenza que sus amigos lo vieran calvo. El cabello tardarla en
volverle a crecer.
Se lo platiqué a mi padre y a él se le ocurrió una idea.
Le hicimos una fiesta de sorpresa a Riky. Invitamos a todos
nuestros familiares y amigos. Pusimos letreros de bienvenida por la
casa. Cuando Riky llegó, se sorprendió mucho: Papá y yo nos
habíamos rapado el cabello para estar calvos como él. También lo
hicieron algunos amigos y primos. Se sintió apoyado, conmovido, y
se llevó ambas manos a la cara para llorar.
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