SAN PABLO DE LA CRUZ "MAESTRO DE LA MUERTE MISTICA" Padre Antonio Maria Artola | Page 33

1. Los votos y la Muerte Mística religiosos al tratar de los consejos evangélicos. Tras la parte teórica y más mística del tratado, que son sus primeros La pobreza la considera el santo en una doble dimensión: primeramente 10 números, pasa su autor el orden de las aplicaciones prácticas: como un estado; luego como un proceso de identificación con Cristo en ponderaré esta máxima fuerte (e. d.: estos sólidos principios de la la cruz. MM en los tres votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia (MM, XI). La observancia de los votos resulta la aplicación más adecuada muerta en la pobreza (MM, XI). El alma religiosa que ha hecho este para que el alma religiosa llegue a vivir de la Muerte Mística. Podemos voto esta ya muerta. Se trata de un orden jurídico (la vida religiosa iniciada decir que se trata de un intenso trabajo espiritual de mortificación en el con la profesión de los votos) o la muerte en cuanto decisión voluntaria ordenada a un final de total identificación con Cristo. El deseo y la voluntad sentido etimológico de la palabra (mortem facere: dar o provocar la muerte). El sentido de esta muerte es doble: ante todo, se trata de un Respecto de la primera dimensión dice lo siguiente: me figuraré de imitar la total pobreza de Jesús muerto en la cruz pone al alma en una estado de muerte ya creado en el alma por la recepción del bautismo situación de muerte ya voluntaria aceptada, si bien habrá de esforzarse como muerte sacramental que produce la muerte de Cristo. Pero no mucho en llegar todavía a esa meta. agota este sentido lo que en estos números entiende san Pablo de la Cruz por Muerte Mística en la observancia de los votos. Además del estado de muerte, que se procura sea efectivo dando muerte a todo los brotes del hombre viejo y del cuerpo del pecado, la MM por la observancia de los votos pone al alma en unas condiciones de total despojo de sí misma y de ardientes anhelos creados precisamente por la crucificada vida religiosa, en orden a una perfecta unión con las interiores disposiciones de Jesús en su propia muerte. Es una exigentísima ascética -solo comparable con las cautelas de san Juan de la Cruz- para llegar a la unión. Pero no una unión con la Divinidad, sino con la Humanidad de Jesús en el acto culminante de su existencia: su muerte. Este deseo de muerte total sirve a san Pablo de la Cruz para servirse del símil de la muerte para analizar las condiciones de la pobreza ideal: me figuraré muerta en la pobreza. El muerto, me diré a mí misma, no tiene sino aquello que se le pone encima, no se ocupa de que sea bueno o malo… seré pobrísima como el muerto y en cuanto me fuere posible, no tendré cosa alguna junto a mí, con esta sola reflexión, que no debo tener, y toda cosa para mí es demás, como para el muerto, que es superflua toda cosa que se le pone encima. (MM, XI). Es singular esta idea del muerto como modelo de pobreza. Es sabido que san Ignacio consideró al muerto como modelo de obediencia: «perinde 2. Morir pobre en la cruz como murió Cristo El primer voto que analiza san Pablo de la Cruz en su intento de hacer ver cómo la vida religiosa lleva a la MM es el voto de pobreza. En ac cadáver». San pablo de la cruz le toma como modelo de pobreza. Lo que pretende el santo en estas consideraciones sobre la situación del muerto como modelo de pobreza es ofrecer al alma religiosa un arquetipo de la condición de total superación de los problemas de la sensibilidad la regla de los Pasionistas es también el primer voto presentado a sus mortificada por los sufrimientos de la condición pobre. El alma ha de 69 70