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Eso es Falso alTirado me ha pedido amablemente que escriba una columna mensual, esta será la primera o la última dependiendo de su aceptación. Puest que soy un fotógrafo, el tema me pertenece; sin embargo, no voy a hablar de cámaras, lentes, o equipo, que ya se ha dicho mucho. Mis intereses, y espero que los suyos, giran en torno a la progresión del medio y su impacto en la sociedad. Desde su creación, y después de que Nicéphore Niépce colocara las primeras imágenes fotográficas permanentes en 1826, pasarían décadas antes de que se pudiera realizar la tecnología para acoplar imágenes con texto en una página impresa. En menos de 200 años, la fotografía se ha convertido en nuestro mejor medio para capturar la historia, creando el hecho indeleble, considerado innegable y sólido en su contenido. Como espectadores, nos hemos acostumbrado a creer lo que vemos, la imagen instantáneamente estampa una impresión en nuestra conciencia, disponible para su interpretación por el espectador. Como consumidores, nos hemos adaptado a los «cambios sutiles» creados por la industria de la publicidad para persuadir o disuadir, perdonar esas transgresiones de cambio para satisfacer nuestras propias necesidades y deseos. En ese sentido, a veces vemos imágenes como espectadores en un P.T. Barnum Side Show, viendo al medio hombre, mitad cabra sin cuestionar realmente la integridad del tema; permitiendo que nuestra inventiva atenta interprete la escena, juzgando su realidad. La manipulación de imágenes no es un fenómeno nuevo para la fotografía, a lo largo de la historia, un público modesto ha sido engañado por la información visual que se cree que es exacta; nota la famosa imagen de Abraham Lincoln cuya cabeza fue trasladada al cuerpo de otro político. No hablaré de «ética» en la fotografía, que es un tema muy debatido y subjetivo, y puede ser discutido más adelante en el camino, o de su interpretación por los medios de comunicación, sino más bien de su actual evolución hacia la «era digital». Con «tecnología digital» llegó una nueva habilidad para manipular imágenes, algunas tan sutiles como estas fotos de la portada de O.J. donde Time Magazine ha oscurecido su tez para transmitir un «personaje más siniestro»; y Time otra vez, añadiendo una «gota de lágrimas» al perfil de Ronald Reagan. Otros, más dramáticos como en esta cubierta de la TVguía 1989. Aquí, la cabeza de Oprah se ha trasladado al cuerpo de la actriz de glamour Ann Margaret, así como la pila de dinero en efectivo que se implica. La falsificación de imágenes no es algo nuevo en el ámbito de la política moderna, como se ve aquí en un compuesto digital del senador John Kerry y Jane Fonda compartiendo una etapa en una protesta contra la guerra