SAMIZDAT | Crónica de una vida nueva Octubre 2015 | Page 5
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SAMIZDAT octubre 2015
AMOR POR LA FILOLOGÍA
Siempre se me iluminan los ojos al
hablar de filología. Lo tenía tan claro que
dejé Italia para cursar toda la carrera de
Filología Hispánica, que ahí no existe,
algunos incluso la confunden con
filosofía y yo les contesto explicándoles
el significado: “amor por la palabra”.
Claramente lo que uno se espera al
empezar no es nada con respecto a lo
que realmente descubrirá y estudiará
a lo largo de la carrera. Cada clase
volvía a sorprenderme por el mero
hecho de que tenemos conciencia para
expresarnos, cosa que nos distingue
de los animales. Nosotros, como seres
humanos, desarrollamos la capacidad
de hablar desde la pequeñez. El niño
descubre el lenguaje, utiliza las sílabas
cortas, y normalmente lo primero que
dice es “mamá” quizá porque es el
¿Y SI YO DEJARA DE SER YO?
¿A quién no le impone cumplir
años? ¿Cómo afrontar la vejez? ¿Y
si perdiera la memoria? ¿Y si yo
dejara de ser yo?
“Se empieza a envejecer desde los
20 años” me dijeron en segundo de
carrera. Entonces, ni olí el miedo a ser
anciana. Ahora en cuarto, empiezo
una asignatura que en su mayoría
consiste en patologías de la vejez. Se
abordan temas como la demencia, la
depresión, la incontinencia urinaria,
la inmovilidad, la menopausia... Ya
en las primeras clases estudiamos
los síntomas de la enfermedad de
Alzheimer, que como sabemos,
se caracteriza por la pérdida de
la memoria. A veces empieza
con episodios de desorientación,
irritabilidad
o
desinhibición.
A medida que se acentúa la
enfermedad lo que antes causaba
interés, ya no lo tiene, y a donde se
podía ir ya no se puede porque las
piernas ya no lo permiten. Pero lo
más dramático es que uno deja de
reconocer al que tiene al lado y a sí
mismo, se disuelve con el entorno
y, rendido en la cama, no es capaz
siquiera de decir “yo”.
Antes o después nos toparemos
con estos problemas, con nuestros
abuelos, padres, o en nuestra propia
piel. Por poco que guste, es como
si estuviéramos pre-programados
para ese momento en el que
físicamente todo decae. Lo normal
es que la primera reacción sea
preguntar cómo se evitan estos
acontecimientos,
buscando
vías
alternativas,
exigiendo
explicaciones a la ciencia. Pero ella
todo lo que puede hacer es contar
cómo evoluciona la enfermedad y
paliar algunos de los síntomas.
Salgo con mal sabor de boca de
clase. ¡No poder decir “qué guapa
es mi nieta” o simplemente “estoy
incómodo”! ¡Qué tristeza perder
la identidad propia! Entonces le
cuento a un amigo mi desconcierto.
Para mi sorpresa, no me dice que
“así es la vida” o “espero que no
nos toque”. Se limita a recordarme
una cosa. Qué útil es la experiencia,
me dice, de que alguien nos mire
con verdadero cariño: ¡es entonces
cuando entendemos quiénes
somos! O sea que tú eres valiosa,
no por ómo te encuentres, de sana
o de enferma, de alegre o de triste.
Tú entiendes quién eres cuando te
quieren. Y eso vale también para
la viejecita que nose reconoce
cuando se mira al espejo. Ojalá me
mirará yo con los ojos de quienes
me quieren.
Lourdes Mel
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sonido más fácil de pronunciar.
Cuando lo dice, es porque quiere
comer, tiene sueño, necesita ser
cambiado o simplemente pide
ser mirado. Utilizamos la palabra
para expresar y compartir lo
que sentimos o pensamos. Con
las palabras de Pablo Neruda
nos enamoramos y con las de
Miguel de Cervantes imaginamos
aventuras. ¿Cómo sería un mundo
sin algún tipo de comunicación
auditiva o escrita?
Juan Ramón Jiménez escribe en
Eternidades (1918): “ Intelijencia,
dame / el nombre exacto de las
cosas! / el nombre exacto, y tuyo,
/ y suyo y mío, de las cosas!”.
Me acerco a este mundo aún
más gracias a mi nacionalidad: el
español no es mi lengua madre y
para que me entiendan tengo que
buscar una traducción lo más fiel
posible. Cada palabra tiene un
significado y función precisos y se
diferencia de otra por una pequeña
pincelada. Cada palabra tiene su
propia potencia. Por lo tanto, al
estar delante de la inmensidad que
es el vocabulario, no podemos
elegir por casualidad, porque
como dice Voltaire, filósofo y
escritor francés, “una palabra mal
colocada estropea el más bello
pensamiento”. Toda disciplina,
como la física o las matemáticas,
sigue una orden; también cuando
creamos una oración gramatical
todo tiene sentido porque antes
le ponemos un sujeto, un verbo y
después un complemento directo.
El lenguaje es lo que más
utilizamos a lo largo de la vida,
algo nuestro, que nunca nos
podrán quitar, por esta razón no
deberíamos darlo por supuesto u
olvidarnos de su valor.
Giulia Corna