Amenazas y gritos eran casi cosa de todos los días.
Ambos querían desesperadamente ser aceptados y amados, pero ninguno lo sentía. Cuanto más trataba cada uno, al
parecer más se separaban.
Habían probado la terapia, los libros de auto-ayuda, los seminarios. Pero nada parecía tener efecto.
Parecía como si estuvieran atrapados en un círculo vicioso. Sabían que debían cambiar cosas en su relación... pero
simplemente no sabían cómo.
No voy a tratar de convencerte de que yo pude deshacer años de lucha y decepciones en un día. Pero, con lo que
aprendieron en mi oficina ese día, decidieron poner su inminente divorcio en espera.
En unas pocas semanas, hubo una
transformación dramática en su matrimonio...
No hubo más discusiones encendidas que no llegaban a ningún lado.
No hubo más vivir como compañeros de cuarto ni dormir en el sofá.
No hubo más insultos o intentos de desgarrarse uno al otro.
Su matrimonio previamente libre de sexo vio chispas de verdadero placer e intimidad nuevamente.
La semana pasada, ¡Kelly llamó para invitarme a
su aniversario y ceremonia de
re-compromiso!
La mayoría de los terapeutas de pareja no están entrenados para ser consejeros matrimoniales.