También han sido señalados otros efectos salu-
dables de la gratitud como: fortificar nuestro
sistema inmunológico y relacionarnos más
positivamente con otras personas, reducir el
egocentrismo, la depresión y la negatividad. Ello
ayuda a poner las cosas en perspectiva y abrir el
corazón a realidades más amplias que uno mis-
mo; además no tiene efectos secundarios.
Jeffrey Froh, profesor de psicología de la Universi-
dad de Hofstra, hizo un estudio en el que se pidió
a un grupo de estudiantes de secundaria man-
tener “diarios de gratitud” por dos semanas. Los
niños escribieron sobre algunas cosas por las que
estaban agradecidos. Un segundo grupo de niños
anotó las molestias diarias y un tercer grupo no
hizo informe alguno. Los estudiantes a los que se
les hizo pensar en lo que tenían que agradecer
tuvieron un aumento en el optimismo y una dis-
minución en los sentimientos negativos.
La gratitud es un término que cubre muchas rea-
lidades de nuestro mundo: maravillarse, apreciar
la vida, ver el lado positivo de las cosas, adquirir
conciencia de la abundancia, agradecer a alguien,
considerarse satisfecho de lo que uno tiene. Con-
siste en saber saborear las cosas, en no dar nada
por sentado, en contentarse con lo que tenemos,
en gozar del presente. ¿Acaso no sería una idea
luminosa convertir cada día en un día de acción
de gracias? ¿qué ritual puede ser más sanador que
aquél que enfatiza valores de la vida y que exalta la
gratitud como requisito de una auténtica felicidad?
Cuán diferente sería nuestra vida
si comenzáramos cada día abriendo
nuestros ojos y nuestros corazones
para enumerar las bendiciones que
tenemos en nuestra vida.
Un día un enfermo fue llevado al hospital y se salvó
gracias a una transfusión de sangre. Una vez resta-
blecido, preguntó cómo podía descubrir el nombre
del donante para darle las gracias. Se le dijo que se
acostumbraba a mantener en reserva el nombre de
los donantes. Semanas después de su salida volvió
al hospital con el objeto de dar una cantidad de su
propia sangre. Desde entonces ha vuelto repetidas
veces con el mismo fin. Cuando uno de los ciruja-
nos hizo alusión a tan espléndido servicio anónimo,
el hombre contestó simplemente “Alguien a quien
no conoceré jamás lo hizo por mi, lo que estoy
haciendo simplemente es decir gracias!
Reflexiona lo siguiente:
Puedes testimoniar tu aprecio a cercanos y lejanos, a familiares, maes-
tros, y allegados que en algún momento te han acompañado y ayudado
a navegar por las tormentas de la vida. Si están vivos puedes enviarles un
correo agradeciéndoles la influencia que han ejercido sobre ti.
Elimina la queja por un día, y continúa luego por dos y así sucesivamente.
Se recomienda que al abrir los ojos por la mañana, dar gracias por
habernos levantado y prepararnos para la labor diaria.
Puedes agradecer también por cada circunstancia delicada que te
toca experimentar, como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento.
En esos momentos de dificultad que uno puede ganar un corazón más
considerado y compasivo.
Se sugiere el ejercicio de anotar tres cosas por las que estés agrade-
cido al final del día.
Anota el número de veces que pronuncias gracias en un dúa y practí-
calo para un mejor récord.
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