Sabiduría del Ser Nº. 3
Instituto Cultural Quetzalcoatl
Antropología:
TLALOC
Tlaloc, dios de la lluvia. «Tlalli»: tierra; «Octli»: vino, «el
vino que bebe la tierra».
Los nahuas lo representaban siempre en la «casa de la
luna»; el rostro, cubierto con la máscara sagrada a
través de la que asoman sus ojos azules; brazos y
piernas desnudos con brazaletes de oro en las
pantorrillas y cactli azules.
Largos cabellos caídos sobre la espalda; diadema de
oro adornada con plumas blancas, verdes y rojas y
collar de cuentas de jade; túnica azul sobre la cual una
malla termina sus rombos en flores; en la mano
izquierda, escudo azul sobre el que se abren los cuatro
pétalos de una hermosa flor roja; en la mano derecha,
los símbolos del granizo y del rayo en oro pintados de
rojo. A ambos lados, dos vasos de patas azules
simbolizando al agua y la Luna. Este dios tenía
adoratorios en el Templo Mayor y en las cumbres de
las altas montañas del valle de Tenochtitlan. Nunca
faltó el fuego en sus altares. Los Maestros lo
invocaban para agradecerle la abundancia de las cosechas, para pedirle lluvia en las grandes
sequías o para que deshiciera las nubes de granizo. En las grandes tempestades usted también, si lo
desea, puede invocarlo, mas debe hacerlo con fe y reverencia.
CHALCHIUHTLICUE
Chalchiuhtlicue: esmeralda, cosa preciosa; la que tiene falda de esmeraldas. Es la diosa del agua
terrestre y esposa de Tlaloc.
Los nahuas la representaban joven y hermosa, con tiara de oro,
enaguas y manto con borlas de quetzalli; en el jeroglífico que
adorna su falda, en la cara interna superior de los muslos,
aparece una preciosa ninfa de bífida lengua, símbolo de luz.
Los Maestros la invocaban en el verano, cuando los ríos se
secaban por la sequía. Sobre el altar del templo ponían un
montón de sal marina y devotamente impetraban su auxilio.
Después, el Maestro iba al seco lecho de algún río cercano y,
con el bastón mágico, en éxtasis, abría dos pequeños hoyos
próximos uno del otro y los llenaba con cobre líquido que
previamente habían derretido los adeptos. El Maestro repetía la
invocación y con sus manos ampliaba uno de estos hoyos;
entonces, el agua brotaba del lecho del seco río y comenzaba a
correr.
Bibliografía: Magia Cristica Azteca. Samael Aun Weor
www.samaelgnosis.net
Oct/Nov/Dic-1999 Página Nº.8