Finalmente, el grupo se termina de ensamblar cuando
Hernán pasa de la batería al teclado para darle paso
a Harold y encuentran a Mateo para la guitarra. La
ausencia de un vocalista estable obliga a Sebastián a
interpretar las voces.
En la fase que podemos atestiguar logran ensayar cada
semana, tocar en vivo una vez al mes, con un repertorio
de diez canciones de su autoría. Diez canciones hechas
con un proceso de composición, unas veces con
tablatura y otras con partitura, usando un software,
poniendo siempre primero la música, luego la letra y
por último el ensamble, los arreglos y los detalles de los
instrumentos.
Encontramos en sus canciones los rastros de ‘Carcass’,
‘Hypocrisy’, ‘Death’, ‘Dissection’, ‘Kalmah’, ‘At the
Gates’ y ‘Trivium’. La canción “Morbid Paradise” es
una respuesta a una “fe” que se impone y habla de
la ignorancia que provoca la religión (asumida con
fanatismo), desde la tesis de la religión como una
herramienta de control para un poder.
‘Desiderium’ nos dice que le interesa que sus letras
puedan tener varias interpretaciones, aunque en esa
subjetividad buscan también la riqueza de conceptos,
por lo que se nutren de libros para cuestionar la
religión y plasmar demás tópicos en sus canciones.
Harold Arias y Sebastián Valencia comenzaron con
la música muy pequeños gracias a la Red de Escuela
de Música. Sebastián empezó con la flauta y Harold
-que fue despedido por no ir a las clases de expresión
corporal de la Red- ha soñado con ser un baterista
profesional y médico.
Mateo, que empezó en la banda de quince años y tiene
una diferencia de edad de hasta doce años con algunos
integrantes, agarró muy pequeño la guitarra que tenía
su papá y este le enseñó a tocar las dos canciones
que sabía. Más tarde, ya con profesor, aprendió unas
canciones de Silvio Rodríguez para tocarlas a su abuela.
Él quiere ser profesor.
Aquí tenemos un grupo que suena muy Metal, pero
que está dentro de una clasificación melódica que
también hace parte del conjunto de tendencias pulidas
y detallistas en el Metal. Curiosamente, varios de sus
integrantes no lucen como metaleros y se expresan
con tranquilidad hacia el Metal o su encuentro, quizá
porque tienen una posición muy clara en contra del
radicalismo que crea fronteras dentro del Heavy Metal.
Moviendo sus canciones por internet se han
encontrado personas de Polonia, Serbia y Suecia a
las que les gusta su propuesta, y a las que les cuentan
de los parches y la escena de Heavy Metal en su país.
Entonces los emocionan las posibilidades de puentes
con su música.
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Ya para hacerse a una audiencia y hablando también
de lo comercial, dicen: “Se trata de una escena muy
particular, es difícil definir cómo se mueve el Metal
porque el Metal (…) tiene muchos paradigmas y
muchos prejuicios en cuanto a contenido y subgénero
y cómo se esparce la escena (…)”. En todo caso sienten
que quieren ganarse un público, un círculo fuera del
cotidiano de ellos, por razones musicales y no por
simpatías.
El Metal, más que un medio, es una cierta necesidad,
es “una forma sana de vos vaciarte el odio y muchas
cosas que vos te cargás para vos mismo. El Metal es una
descarga de energía y de una cantidad de cosas que (…)
te hacen sentir bien, es un éxtasis”.
“El riff del Metal me hace sentir bien: esas
combinaciones de escalas menores, tritonos”.
El Metal en ‘Desiderium’ es esa sublimación del
odio que es tan lícito como el amor, pero cuando
se encuentran con Medellín coge otro color como
de misión. ‘Desiderium’ tiene un gran sentido de
pertenencia por la ciudad y cuando sus integrantes
descubren ‘Parabellum’ y lo señalan como un grupo de
Medellín que influenció a grupos del norte de Europa
y a “todo el Black Metal noruego”, encuentran una
versión de Medellín con la cual sentirse profundamente
involucrados.
Se bebe de unos mitos (no necesariamente falsos)
bellos y fuertes sobre un nacimiento alterno del Heavy
Metal en la ciudad. Medellín como una cuna propia del
Metal. Desde ahí se sienten con la responsabilidad de
seguir imprimiendo algo local al Melodic Death Metal y
al Heavy Metal.
Con la música les pasa quizá algo más profundo y
es ya una elección de vida. El Metal es su forma de
relacionarse, de hacer parte de la ciudad y del mundo,
pero la música, si nos atenemos a lo que dicen sus
integrantes, es su humanidad, su capacidad para ser
algo y no diluirse, la necesidad y la perseverancia.