Vigilar la evolución de la lesión
Es conveniente vigilar la herida durante las 24-48 horas posteriores al momento en que se produjo la lesión, con el fin de detectar si existen signos que puedan indicar que hay infección (calor, dolor, enrojecimiento, secreción de pus, fiebre, etcétera). Una vez transcurrido ese tiempo, el riesgo de infección disminuye y lo más normal es que la herida se cure y cicatrice sin problemas. En ocasiones, la herida es más grave y necesita curas que incluyen la limpieza, desinfección y cubrimiento; las repeticiones de las curas estarán espaciadas en el tiempo en función de factores como el dolor, el tipo de apósito, la infección o la cantidad de exudado.