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CLAUDIO MARIA DOMINGUEZ
¿Podés ser libre del pasado y del futuro?
E
l mundo se alimenta del pasado
y del futuro. Necesita, literal-
mente para vivir, al pasado,
para tener una base de informa-
ción sobre la cual proyectarse a lo
que por inferencia, especulación o
miedo, cree que va a suceder en el
futuro, y basa todo su andamiaje en
el tiempo. El tiempo lo sustenta y el
mundo se alimenta del tiempo.
Si al mundo, que es lo mismo
que decir la mente colectiva, le
quitáramos el tiempo, colapsaría,
se desplomaría automáticamente.
Imaginen una película que está
siendo proyectada, cuyo aparato
proyector se detiene, ¿Qué sucede?
La imagen en la pantalla se paraliza,
podría durar los instantes en que la
electricidad la mantuviese visible,
pero como esa electricidad también
es parte del mundo y necesita un
tiempo y una distancia para trasla-
darse, también cesaría y todo lo que
estábamos viendo dejaría de existir.
Sin embargo, nosotros sí estamos, sí
existimos, somos, aunque la proyec-
ción externa termine.
¿Cómo sabemos que estamos
todavía nosotros? Porque en cada
respiración vamos más y más
profundamente a la fuente de todo
poder. Esa fuente creadora de lo que
parecía tan real en la pantalla.
¿Qué hacemos entonces? Pode-
mos crear nuevamente el mundo.
Solo que ahora lo hacemos desde
la comprensión de la verdad de la
cual no éramos concientes, ya no
repetimos formulas creadas en un
bajo nivel de conciencia. Somos
creadores en un nivel de conciencia
superior. Todos los mundos están
siendo creados y destruidos en este
instante. Creados y destruidos sin in-
terrupción. La creación no termina,
es expansión perfecta. Los conceptos
de tiempo y distancia son limitacio-
nes mentales nacidos de laboratorios
igualmente mentales para ordenar
pensamientos limitantes
que no captan la conciencia
creadora en su plenitud.
¿Qué haría la mente si
supiera que ya no tiene
tiempo? ¿Qué harías vos
ya mismo si supieras que
no te queda más tiempo?
Ningún tiempo posible.
¿Qué harías? Ni siquiera
podes pensarlo porque no
hay tiempo ni para pensar.
Lo único que podríamos
hacer es SER. Ser lo que
somos, ese ser que ha esta-
do cubierto, velado por el
tiempo. Por un pasado que
lo marcó y por un futuro
que lo perturba y atrapa.
Ese ser, de golpe está libre
de pasado y futuro, enton-
ces solo puede ser lo que
es en este instante. Ya no
responde a nada fuera de si,
solo es responsable de si mismo, vive
su único estado posible. Éste. Ya.
Eso es lo que somos y eso es lo
que el mundo no quiere que sea-
mos, porque...
si despertamos,
el mundo pierde
todo control,
pierde todo poder.
¿Cómo puede el mundo controlar
a una persona que sabe que es libre,
que ya sabe que no hay nada que
puede o no, sucederle en el futuro,
porque todo futuro depende del
ser en estado presente? Un ser que
expresa su capacidad, su libertad,
desconoce, todos los atributos de las
limitaciones sobre las que se basa
la sociedad. Como no responde al
tiempo, se quita automáticamente
toda información del pasado, es decir
el sufrimiento acumulado que nos
convierte en peones patéticos de un
partido de ajedrez que ya esta perdi-
do de antemano.
Un ser que despierta, que se recrea,
que solo usa la mente para recordarse
a si mismo en su estado puro, verda-
dero, libre, trascendente, ya no tiene
mas miedo al futuro ni dudas respecto
a el, ni siquiera deseos de ser feliz
porque ya lo es en este instante, no
tiene nada que lograr porque ya lo es
todo, no tiene nada ni nadie de quien
esconderse, porque no ve nada ni
nadie separado de sí o en conflicto con
el momento presente.
Un ser así, no se identifica con su
cuerpo y lo recrea mientras lo está
utilizando en el momento actual. Y por
sobre todo no le tiene miedo a la muer-
te, porque sabe que no puede morir.
Un ser así llega a un estado tan su-
blime, tan real, que solo vive y gene-
ra vida en cualquier plano y situación
en la que se exprese y manifieste.