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“ Adopciones Responsables” es una organizaciòn conformada por un grupo de “tìas” que apadrinan
animales abandonados. Su trabajo consiste en recuperar al canino en caso de requerir atenciòn mèdica,
vacunarlo y finalmente castrarlo para buscar un hogar responsable que lo acoja. El proceso de selecciòn
de familias adoptivas es cauteloso y requiere de condiciones especiales y seguimiento. Marìa Laura
Sanfilippo, una de las “tìas”, declara: “no es que el chip sea una idea descabellada, pero hay una serie
de pasos previos que deberìan ser aplicados”. Desde su perspectiva el conflicto radica en el orden de las
medidas. Sanfilippo afirma que primero tiene que informarse a la poblaciòn sobre la tenencia
responsable y luego realizar una castraciòn masiva. “Recièn despuès de esas acciones podrìa
considerarse la opciòn del chip”. “Equus”, una organizaciòn conformada por veterinarios y voluntarios
que proveen asistencia y refugio a animales en situaciòn de abandono, enfatizò su disconformidad con
respecto al chip. La Directora y Coordinadora de la asociaciòn, Sonia Parodi afirma que el dispositivo
es un “impuesto encubierto” para que el Estado continùe recaudando.Segùn su criterio, las personas a
cargo de la Cotryba “no tienen el menor amor por los animales. Son serviles al Estado y perjudican a
quienes dicen defender para mantener sus jugosos sueldos”. El veterinario Marcos Romualdi, quien se
desempeña en “Veterinaria Del Centro” asegura que la situaciòn de los caninos callejeros sòlo
empeorarà a raìz de la obligatoriedad del chip. “La gente que no le compra a sus perros una chapita
identificatoria de $100,¿ va a comprar un chip?”, se pregunta. Romualdi ratifica que la decisiòn puede
provocar que varios dueños abandonen a sus mascotas para no generar gastos.“Van a pagar el chip los
que vacunan a los perros y sacan la patente. Los mismos de siempre. Luego van a fiscalizar en Pocitos y
Punta Gorda”, acota. La veterinaria Carolina Benìtez fue entrenada para colocar chips y realiza su labor
en “La Mascota”, ubicada en Solymar. Su percepciòn no difiere de la de sus colegas. Para Benìtez, el
chip es una estrategia para deshacerse de los perros callejeros. “Si la Cotryba se preocupa tanto por los
accidentes que generan los animales vagabundos y quiere reducir el nùmero de los mismos, esto les
viene como anillo al dedo porque nadie va a reclamar un perro que no tiene dueño”, remarca.
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