Revista Usuré Mosaicos Culturales | Page 44

REVISTA ESTUDIANTIL DE ANTROPOLOGÍA Nota editorial: El texto etnográfico, naturalmente asociado a la disciplina antropológica tiene una riqueza profunda. Su carácter narrativo nos convoca a otras realidades, desde la descripción densa y literaria, eso que concebimos dicotómicamente diferenciado: el conocimiento artístico y el académico, se traslapan. Entre un casi cuento, entendemos una realidad empírica que marca ese realismo mágico latinoamericano, con sus tristezas y alegrías, con sus riquezas y desigualdades. Luces y Luciérnagas Extracto etnográfico Por: Luis Carlos Chow Dos niños, uno en la gran capital; otro en el mar... Luces: Los primeros rayos del sol se avecinan por la ventana, el bullicio de las calles alerta mis sentidos. Carros van, carros vienen, y todos en un ajetreado movimiento, como una orquesta sinfónica mal organizada y desenfrenada, estallan en emoción. Es difícil identificar cual es la peor. Mi madre tiene horas de estar fuera de cama, trayendo, cargando, rellenando y almacenando los pocos recipientes de agua disponibles, también aprovecha para lavar ropa y hacer el desayuno con el poco alimento que mi padre logra conseguir. Mi padre, por otro lado, despierta antes que la hora laboral inicie. Él es un ejecutivo de préstamos a corto plazo de transporte público, en sus hombros carga la inmensa tarea de que las personas lleguen a su destino: “5 y le marco” es su eslogan ¡Todo un mercadólogo! como esos finos que trabajan en los rótulos allá arriba en el cielo. Mi día empieza, no más allá de lo que mis oídos soportan: mi hermana llora, la vecina pone su música en tonada a todo pulmón, la prensa, la Leche… parece que todos se ponen de acuerdo contra mi tranquilidad, contra la comodidad en general. 44 En temporada de clases aprovecho la mañana para educarme, encuentro a mis amigos con quien comparto largos ratos en la tarde que trabajo. Limpio ventanas de carros, allá por donde los vehículos se detienen, en un pestañar de luces y colores. Muchos se detienen ante la luz roja, me aligero inmediatamente y trato de limpiar tan rápido como puedo. Soy pequeño, pero astuto, sé que no es lo requerido para ser limpia vidrios, pero así me la juego. No muchos reconocen mi labor, otros medio lo hacen y pocos se pasan de generosos: “¡Ve a estudiar!”, me gritan desde su cómodo asiento de 4×4. El sol es mi amigo en la ciudad, nunca me abandona, lo traigo marcado en la piel, por eso estoy oscuro, tan oscuro que demuestra las horas que trabajo, mientras más rojo, más temprano inicie. Término por allá que solamente logró ver las luces de los árboles y no hay más ruido… la orquesta cesó, tengo tranquilidad y unas monedas en el bolsillo. Luciernagas: Las olas cobran vida, según la luna se sienta alegre o triste, y en casa el vaivén de las olas trae fortuna y abundancia. Mi madre y mi padre son pescadores: traen pargos, camarones, langostas pequeñas y grandes,de muchos colores vistosos, como los que en el colegio aprendo: rojo, gris, azul, café… y cuento cuantos puedo, con mis dedos, y con las piedras, también utilizó conchas… hay muchas por acá. Mi familia sabe mucho sobre la luna, creo que están enamorados de ella, se detienen largos ratos a observarla, “hoy no, hoy si”, según lo que dicte el corazón de la pálida princesa, su ánimo cambia, y también la marea… creo que es una consejera un tanto desordenada por qué los peajes terminan huyendo de ella. No me preocupa el mar, ni las tormentas cuando llueve, sé que todo estará bien, porque mis padres están conmigo, me siento seguro, me siento pescador… quisiera serlo algún día, y entender el lenguaje de la luna, quisiera saber cómo habla, y sobre todo que es lo que tanto dice para cambiar el humor de mis padre, los peces y el mar, quisiera usar botas, aprender el arte del trasmallo, dirigir un bote, romper las olas en altamar… pero mientras, mi padre me enseña como tejer trasmallos, mis dedos son torpes aún, mi maestra trabaja conmigo, pero aun no logro usar bien mis dedos, estoy muy lejos de poder ser pescador. Pero no me preocupa tanto, en la noche que mis padres van a pescar, miro como van en su bote, “el mojado” seguramente por toda el agua. Quedó entre las olas, la luna y todas las luciérnagas que cubren el patio, no me siento sólo. Ilustración: Andrea Bravo 45