Por: Tere Mancera
PERDICION
Dicen que quien es bueno en la Tierra
un ángel se convierte después de la muerte,
que vive en algodones de paz y nadie puede verle,
se encuentra lejos de lo mundano eternamente.
Pero yo, yo me veo en sus ojos brillantes,
y siento en sus brazos el calor del sol,
¡Es el peligro, es llanto, es dolor!
¡Ciega mi mente con sus caricias, con su voz!
Cada beso suyo es fruta dulce, prohibida
que me alimenta y conduce a mi perdición,
envenena mi ser y a mi espíritu hechiza
mi voluntad sucumbe ante tal tentación.
A una hoguera ardiente me arrastra
¡Cayendo, cayendo atravieso el suelo!
y el amor se trasforma en verso
recitado con la fiebre de nuestros cuerpos.
¡Oh Dios no quiero ser un ángel!
¡Él es mi cielo y mi infierno!
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