Siempre sentí envidia
por aquellos poetas
que de una flor
producen su rima,
que de un amanecer
iluminan la vida,
y plasman
su melancolía
de cualquier atardecer...
Quisiera
como esos poetas ser,
que al
contemplar a la mujer
destilan su pasión...
Más nunca pude serlo
tomé una flor,
y solo encontré
una espina...
Al amanecer
me desperté
y unas ganas sentí
de volver a dormir...
En el atardecer,
tampoco encontré
motivo ni uno
para poder escribir.
A la mujer
si bien piropos mil
le he dedicado
a ninguna como a ti,
la he amado,
pues solo tú
amada mía,
puedes de mi
corazón
producir poesía...
Por: Marvin
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