Revista UNADiccion Marzo | Page 15

El mundo de mis sueños

Nadie me obligó a realizar esta actividad pero mi atrevimiento fue tan espontáneo que no me permitió medir las consecuencias de mi decisión.

Al termino de mi labor y rendida por el arduo trabajo realizado, entro a casa, el contraste de la temperatura interior es muy fuerte, ahora, el calor aumenta el dolor muscular pero agradecida al poderme liberar del encarcelamiento de mi atuendo, me dirijo a la cocina a prepararme un té de durazno al que le agrego un poco de ron. Ya en la estancia y frente a la chimenea me recuesto sobre el diván a saborearlo, la paz y tranquilidad que ofrece el ambiente me sumerge en un merecido descanso, a los pocos minutos, el letargo en el que me encuentro me transporta al mundo de los sueños dando comienzo a la historia.

Seguí apaleando nieve y sintiendo un intenso frío, no era nada extraño que lo sintiera, mi cuerpo solo estaba cubierto con un diminuto Bikini, mis pies calzaban botas de invierno, lucía una estrafalaria gorra de colores intensos y tejida a mano a dos agujas, la bufanda era solo un trapo de cocina.

Mis vecinos, estaban vestidos como los vi a la hora que estábamos limpiando nuestros portales, me miraban sorprendidos sin hacerme ningún comentario pero entre ellos no paraban de lanzarse gestos sin emitir sonidos que delatara lo que pensaban.

Sin inmutarme, seguí apaleando intensamente hasta entrar en calor, ahora sudaba, me sentía como si fuera verano, con una temperatura de 40°, y en este momento era yo la que se reía, escucho mis carcajadas, veo la expresión de sus caras intensamente sorprendidas, no obstante, comienzan a despojarse de sus ropajes para quedar igualmente vestidos como yo. Que placer me proporciona las imágenes de la familia Grube, el señor alto y flaquísimo, ella de la misma talla pero regordeta y los hijos escuálidos como una garrocha, todos rubios de ojos azules pero blanco como la nieve, daban la impresión de muertos en movimiento lento, algo así como zombis. Eso me hace carcajearme de lo lindo, eran tan fuerte mis carcajadas que me despiertan regresándome a la realidad, con lo que me doy cuenta que la historia ha terminado y como siempre, sin saber si tiene un “Continuará”

Por: Luzma Schulze

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