“En el mundo de mis sueños”
Queridos lectores, les relataré una nueva historia
en este su apartado "El mundo de mis sueños".
Despierta por la tarde, abrí un álbum de
fotografías al azar, en el invaden las imágenes de
mis viejos en el rancho donde vivían después de
haberse jubilado, eso fue al haber yo cumplido la
mayoría de edad para descansar aparentemente
y poder disfrutar el tiempo que les quede de vida.
Al quedarme dormida llevo conmigo los
recuerdos de lo visto y convivir unos momentos
con ellos a tanto tiempo de su partida.
A unos cuantos minutos después de haber
abordado en Zitácuaro el autobús de pasajeros
en dirección a Curungueo y antes de llegar a la
parada oficial “La tiendita" se escucha mi voz
estruendosa pegar un grito al chofer !baaaaajan!
cantadito como es la costumbre, me es tan difícil
acercarme a la puerta de bajada entre tanta
gente cargada con bultos y bolsas llenas de
mercancía comprada en el mercado, todas ellas
amontonadas bloqueando en el pasillo ya de por
sí tan angosto haciendo más difícil lograr mi
objetivo. Afortunadamente el camión de
transporte colectivo se frena lentamente dando
tumbos al salir de la carretera que al detenerse
en la parte de terracería produce una tremenda
nube de polvo. Entre jalones y estirones, algunos
pasajeros junto conmigo logramos bajar del
camión. A causa del apretujamiento y la
polvareda bajo toda desarreglada. Ya estando
afuera el sol acaricia mi cara, el viento se cala
entre mi ropa descompuesta y tratando de
acomodarla estirándola y sacudiéndola con mis
manos, percibo una repentina inquietud, me
invade una emoción de libertad sumada a la
alegría que me produce el deseo de ver a mis
viejos.
Con ese sentimiento cruzo la carretera tan
angosta, que solo cuenta de dos carriles, uno por
cada sentido. Me quedo parada contemplando el
panorama por unos segundos, aprecio todos los
detalles, tantas veces había haber caminado por
estos lugares y nunca los había disfrutado como
ahora. Camino de frente, mi mirada se dirige al
rancho de la Maestra (no recordé nunca su
nombre) quien solo venía desde la ciudad de
México a pasar los fines de semana como muchos
dueños de los otros ranchos del pueblito. Sigo
caminando cuesta abajo, rapidito, porque nunca
me gustó la entrada, en esa parte está ubicado el
panteón además de que tiene un aspecto extraño
de túnel natural cubierto por las ramas de los
árboles a cada lado, oscuro y lúgubre. Sin más y
antes de cruzar las vías del tren escucho el saludo
de Don Javier, el vecino propietario del establo
que abastece al pueblito con sus productos
ganaderos y quien me pregunta, ¿Van a querer
leche? inmediatamente le respondo que sí y
continúo mi camino. Detengo mi paso frente al
arroyo admi