Por: José Carlos Hemke Madrigal
Derechos de autor reservados
DE MADRUGADA...
—Y ella despertó a las 3:33 a.m. y me encontró a su lado con pluma y papel en mis manos.
¿Qué escribes? —preguntó ella—
Hace tanto que no te veía hacerlo, hace tanto
respondí con una sonrisa triste...
sentimientos que nacen de mi alma
para una mujer que amo
cosas que quiero decirle
por eso escriben mis manos
y que se quedarán aquí escritos
en un papel por el resto de mis años.
—Una sonrisa nació en ella, por primera vez en su vida después de más de 38 años, intimaba conmigo.
¿Es bonita? —preguntó ella—
respondí pensando en su sonrisa
en sus ojos color de trigo...
es hermosa como una rosa
tan elegante como la flor del paraíso
salvaje como una orquídea
ella es todas las flores que Dios hizo.
—¡Nunca escuché que hablaras así de alguien! —ella sentenció, para dar paso a una sonrisa que nunca había visto en su rostro—.
¿La amas a ella? —preguntó ella—
respondí sin esconder mis sentimientos...
el amor que a ella le tengo
va más allá de mi propio entendimiento
y no tiene nada que ver con su hermosura
sino con lo que hay dentro de ella
es la combinación perfecta
entre una princesa y mujer guerrera
temple de pantera y mirada pura
mujer en toda la extensión de la palabra
y la amo como nunca amé a ninguna…
—Y ella volvió a sonreír… por primera vez en su vida tomó mi mano y sentenció de nuevo.
Dios la bendiga… —dijo ella—
por siempre… respondí con amor profundo...