Pasan los partidos y Juan Carlos Osorio sigue dejando más dudas en su planteamiento y decisiones que certeza de lo que desea lograr con el seleccionado nacional. Los créditos se le acaban al actual director técnico de la selección mexicana y justo en el momento más decisivo para el combinado azteca de cara a jugarse el boleto al Mundial de Rusia 2018 en el hexagonal final.
Fueron dos los partidos de preparación que tuvo el Tri antes del hexagonal y desde la convocatoria las críticas no paraban, la ausencia de varios “jugadores europeos” como es el caso de Miguel Layún, Héctor Herrera, Guillermo Ochoa, etc., el llamado de Rodolfo Cota, Hedgardo Marín y Jordan Silva, jugadores con una buena proyección pero que aún les falta mostrar mucho para merecer vestir la verde. La convocatoria no convencía a nadie, sobre todo por la falta de los jugadores que militan en el extranjero, que se supone son parte del once inicial del Tri y estos partidos representaban su ensayo final ante de los partidos clasificatorios al mundial.
Los resultados, pese a ser favorables (2-1 contra Nueva Zelanda y 1-0 contra Panamá), no convencieron a nadie por el pobre futbol que se mostró, responsabilizando en gran parte a Juan Carlos por sus famosas rotaciones, solo hay que comparar las alineaciones titulares, donde había una diferencia de 6 jugadores entre cada una, para darnos cuenta que las modificaciones del técnico eran drásticas de un partido a otro.
Yo soy de los que siempre defiende los procesos largos, si realmente se quiere obtener resultados se tiene que respetar el proceso del entrenador, es muy complicado que un DT llegue a un equipo y sea campeón al poco tiempo, más en una selección donde no se entrena semana a semana y al año se tienen pocos encuentros, para mí no está mal el hacer rotaciones ya que te puede ayudar a tener variantes en el equipo, a jugar con diferentes sistemas tácticos que te hacen más impredecible para el rival y te dan variantes en el juego, el problema es saber en qué momento es conveniente hacer uso de éstas.