Revista UNADiccion Abril 2015 | Page 18

Prioridades

Mayca (malas y cabronas)

Las mujeres mexicanas durante nuestra vida llegamos a un punto en el que debemos establecer prioridades para no quedarnos estancadas, para no sentirnos solas ni en el abandono, para reconocer y valorar nuestro lugar en el mundo como ser humano y en la familia como parte pilar de ella.

Dentro de nuestras prioridades incluimos a nuestra pareja, hijos, padres, hermanos, abuelos, sobrinos, nietos, amistades, religión, compadres, ahijados y la lista es interminable, pero en ella no aparecemos nosotras mismas.

Pareciera ser un delito que reservemos tiempo para nosotras, para hacer cosas que nos gustan, para desarrollarnos profesionalmente, para sentirnos libres, para reflexionar en nuestros sentimientos, en lo que deseamos lograr.

No se trata de abandonar nuestros deberes pero tampoco de hacer absolutamente todo en el hogar, es momento de que entendamos de una vez por todas que no todo es nuestra responsabilidad, que la traición de la pareja no es por nuestra causa, ni un castigo de Dios, que los hijos pueden valerse por sí mismos dentro de sus posibilidades y de acuerdo a su edad.

Como mujer y ser humano, no somos mejor ni menos que nadie, merecemos valorar nuestros propios alcances, nuestros talentos y virtudes.

En la medida en que las mujeres mexicanas aprendamos a vernos y a ver a otras sin paradigmas, a partir de ese momento nuestra sociedad en general cambiará, crecerá y las repercusiones serán positivas en todos los sectores, social, económico y político.

Como mujer y ser humano, no somos mejor ni menos que nadie, merecemos valorar nuestros propios alcances, nuestros talentos y virtudes.

En la medida en que las mujeres mexicanas aprendamos a vernos y a ver a otras sin paradigmas, a partir de ese momento nuestra sociedad en general cambiará, crecerá y las repercusiones serán positivas en todos los sectores, social, económico y político.

Una mujer que se siente libre, segura de sí misma, que se valora y acepta en su real dimensión y que ve más allá de lo aparente, transmitirá esa mentalidad a las siguientes generaciones y esos nuevos mexicanos y mexicanas con valores arraigados, ocuparán puestos en instituciones públicas y privadas dando una nueva perspectiva y dirección a nuestro país.

La discriminación empieza por nosotras mismas cuando nos consideramos incapaces de aprender cosas nuevas, demasiado viejas para retomar nuestros estudios o simplemente aprender a leer y a escribir.

El límite está en nuestras mentes y prejuicios, una madre debe impulsar a su hija y viceversa, antes que el parentesco está nuestra condición de mujer, esa es la prioridad.

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