Dignifícame, pues,
con tu golpe;
píntame en el lienzo al que pertenezco.
Cuerpo y acto serían disciplinados
donde tus botas vayan pasando
y anuncies con tu sonrisa
la aparición de los milagros.
Contenme en tus manos,
para que no resbale.
Manos de artista:
lujuria que va de las planicies a los nichos
para modelar un mundo perfecto.
49