Travesías Didácticas Nº 31 • Diciembre 2019 | Page 84

Compartiendo experiencias… De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo: - ¡Cerditos, abranme la puerta! - No, no, no, no te vamos a abrir. - Pues si no me abrís... ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! La madera crujió, y las paredes cayeron y los dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo de su hermano mayor. Y se puso a soplar tan fuerte como el viento de invierno. Sopló y sopló, pero la casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía derribarla. Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa. Con la cola quemada y con el estómago vacío salió huyendo hacia el lago. Y desde ese día los tres cerditos aprendieron la lección. El mayor de ellos el reto a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus propias vidas. Y a partir de ese día, fueron felices para siempre”. 82