Travesías Didácticas Nº 31 • Diciembre 2019 | Page 61
No tiene mucho sentido hacer un recorrido histórico acerca de cómo el Estado se
desresponsabilizó de los niños pequeños desde las primeras casas cunas, los hogares
maternales y su transformación en guarderías hasta los actuales jardines maternales.
Vale recordar que desde los años 80 se superpusieron los organismos dedicados a la
atención de los niños menores de 3 años: instituciones dependientes de organismos
sociales que venían funcionando hacía muchos años (Ministerio de Bienestar Social,
Municipalidades, obras sociales, sindicatos, empresas públicas y privadas,
universidades, etc.) y el surgimiento de los primeros jardines maternales dependientes
de educación (tal el caso de la entonces Municipalidad de Buenos Aires).
La Ley Federal de Educación de 1993 incorporó por primera vez a los maternales, aunque de
una manera bastante descomprometida ya que afirmaba en su art.10 a) que “[…] Las
provincias y la Municipalidad de Buenos Aires establecerán, cuando sea necesario servicios
de jardín maternal para niños menores de 3 años y prestarán apoyo a las instituciones de la
comunidad para que estas los brinden y ayuda a las familias que lo requieran”. Sin embargo,
daba un paso más en su art.14 al hablar de la supervisión educativa “a las actividades
pedagógicas dirigidas a niños/as menores de 3 años, las que deberán estar a cargo de
personal docente especializado”. Artículo que por supuesto nunca se cumplió.
A partir de las crisis sociales de fines de los 90 se desarrollan una serie de iniciativas
comunitarias, que en un comienzo se propusieron atender a las necesidades de cuidado de
los niños pequeños y en especial la alimentación y posteriormente, con el mejoramiento de
las condiciones sociales, se fueron transformando en jardines comunitarios que albergan niños
desde bebés hasta los 4 años, aunque también de 5 cuando faltan vacantes en los jardines
de infantes de la zona. Estas experiencias en su mayoría estuvieron a cargo de mujeres de
buena voluntad, que en espacios a veces de sus propios domicilios se hicieron cargo de esta
tarea y con el tiempo fueron logrando incorporar más personal, mejorar un poco la
infraestructura y el equipamiento, sobre todo a través de los subsidios que los organismos
sociales nacionales, provinciales o municipales les fueron otorgando. Muchas de estas
experiencias -en especial en el Conurbano de la Provincia de Buenos Aires- se fueron
nucleando en organizaciones mayores que permitieron tener más peso político para presionar
a las autoridades en busca de mayor apoyo financiero, pudiendo así encarar mayores mejoras
en su infraestructura y además capacitación para su personal. Algunas de ellas contaron,
también con el apoyo técnico y el financiamiento de fundaciones privadas nacionales o
extranjeras. Como se ve, son experiencias muy heterogéneas, en cuanto al tipo de atención
que brindan a los niños, la capacitación que tienen las personas que en ellas trabajan, los
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