Travesías didácticas Nº 29 • Diciembre 2018 | Page 56

Uso y aplicaciones de TIC... Walter Temporelli y Paola Urquiza - Enriquecer los vínculos pro-sociales. - Fijar límites claros y firmes. - Enseñar “habilidades para la vida” Finalmente, con los tres últimos pasos logramos construir resiliencia en el ambiente: - Brindar afecto y apoyo. - Establecer y transmitir expectativas elevadas. - Brindar oportunidades de participación significativa En párrafos anteriores mencionamos que no existen recetas ni fórmulas prescriptivas para el desarrollo resiliente, lo cual no nos imposibilita sopesar algunas propuestas testeadas en el campo experimental. Por ejemplo Monroy Cortés y Palacios Cruz (2011) sugieren una clasificación acerca de los factores que influyen en el desarrollo o bloqueo de la resiliencia: El maltrato es uno de los factores estudiados que observan mayor influencia, co-existiendo con enfermedades mentales y conflictos parentales, la violencia comunitaria y la pobreza. Efectivamente, el maltrato en sus diferentes facetas puede producir deterioro cognitivo, social, emocional y del lenguaje, también alteraciones en el desarrollo de la regulación emocional, relaciones con apego inseguro, dificultades en la autonomía, relaciones inadecuadas con pares y mala adaptación escolar devenida por bajo nivel de aprendizaje. Asimismo, quienes experimentan pérdida parental antes de los cinco años, tienen mayor riesgo de enfermedad mental y delincuencia, además de falta de cuidado en los hijos e inestabilidad familiar También el apego y apoyo son determinantes en el desarrollo resiliente. En efecto, una relación cercana al menos con uno de los padres, representa un factor protector ante riesgos tanto internos como externos y la superación de adversidades. La disciplina y la monitorización son dos constructos vinculados con la definición en los límites y la adquisición de una consistencia para mantenerlos, todo ello sin dejar de lado la autonomía. Calidez y apoyo apropiado son también factores regulatorios para el desarrollo resiliente. Es por este motivo que elevados niveles de calidez y apropiado control son funciones protectoras, y además el estilo de crianza adecuado manifiesta un balance entre calidez y disciplina. Otro factor de riesgo para problemas emocionales o conductuales, es que los padres padezcan algún tipo de trastorno mental, en especial la depresión. Por sobre todas las cosas, sabemos que los niños y los adolescentes resilientes suelen provenir de hogares con estructura y reglas, para estos niños, el rol de la figura paterna segura y sana sirve de modelo para la identificación y la adecuada expresividad emocional. En resumen, podemos asegurar que la variable constitutiva de resiliencia más poderosa, como bien lo afirman Bowes et al (2010) a través de un estudio realizado, es el papel de las relaciones familiares positivas, las cuales son vitales para lograr pautas de recuperación. 54