Travesías didácticas Nº 29 • Diciembre 2018 | Page 28

La vieja discusión... Margarita Penadés ¿acaso, los niños y niñas que juegan en nuestras salas no tienen algo de estas infancias? ¿podemos decir entonces qué es un niño, qué es una niña? ¿hablamos del mismo niño (o niña) que pensó Rousseau en el Emilio? ¿son éstas las mismas infancias de los jardines de Froebel, Montessori o Rosario Vera Peñaloza?... ¿tener 2, 3, 4 ó 5 años los hace ser “niños- niñas”? ¿qué es “ser niño”, qué es “ser niña”? Si partimos de la afirmación de Sandra Carli (1999) que dice que se “es niño” en relación a la percepción e interpretación de los adultos, queda claro que somos nosotros-adultos quienes construimos el concepto de niño y de niña en relación a un contexto histórico-social y cultural, por eso, decimos que la infancia es una construcción social. Entonces, pasando de la idea de niño como sujeto psico-biológico tal como lo entendieron los enfoques naturalistas a un sujeto socio-cultural desde un enfoque más “ambientalista”, podríamos preguntarnos entonces ¿cómo vemos a los niños y niñas hoy?... ¿qué percepción tenemos de ellos?... Esta problematización nos lleva pensar en una expresión muy usada en los últimos tiempos: “las nuevas infancias”. ¿Qué queremos decir con “nuevas infancias”? ¿qué es “lo nuevo” de las infancias en nuestras niñas y niños?... De la misma manera en que afirmamos que la infancia es una construcción social, es posible decir que el juego también lo es, pues manifiesta la expresión social y cultural recreada en los distintos contextos, lo cual implica, que los niños a jugar aprenden y jugando construyen nuevos aprendizajes para entender el mundo e imaginar nuevas maneras de estar en él. Aquí se nos presenta otra cuestión, y es que al entender al juego como expresión cultural y social en contexto, será posible sostener que no todos los niños y niñas (por el hecho de ser niños-as y tener una misma edad cronológica) juegan de la misma manera y tampoco a los mismos juegos. Entonces, bien podemos decir, que son los propios niños y niñas quienes irán construyendo los rasgos comunes del juego, que tendrán que ver con la pertenencia social y sus condiciones de vida, sus experiencias con el juego mismo, a qué, cómo, cuándo, con qué y con quién se juega. En el marco de esta problematización resulta necesario pensar la función de la educación inicial en relación al logro de aprendizajes significativos en los niños y niñas, reflexionando acerca de la alianza del juego con la didáctica fundada en los objetivos originarios del jardín de infantes, y cómo ampliar esas experiencias de juego a fin de enriquecer sus posibilidades lúdicas y de aprendizajes. En comunión con ello, es fundamental repensar el lugar que ocupa hoy la propuesta de Juego Trabajo, puesto que a pesar que en los documentos curriculares vigentes en general aparece definido como una de las modalidades estructuradas que garantiza la aparición y el 26