Travesías Didácticas Nº 23 • Diciembre 2016 | Page 36
El docente y el juego en el Nivel Inicial
Dra. María Regina Öfele
Si tenemos en cuenta esta situación, claramente podemos visualizar el concepto de niño y de
juego que tendría la docente titular. Pareciera que desde su visión, los niños pequeños no
juegan, sino que simplemente se entretienen con algún material que tampoco está muy
pensado, mucho menos diseñado para ellos y que su rol se limita a darles algún material.
Para que los niños pequeños jueguen, es necesario ofrecerles materiales diversos, invitarlos,
seducirlos y transmitirles la curiosidad y el deseo de jugar. Se trata de poner a disposición
material pero antes que nada, la propia capacidad lúdica, lo que implica en primer lugar
ubicarse a la par, en el piso con ellos y estar disponible. El juego no depende del material que
tengamos, si bien puede favorecer el despliegue, sino que mucho influirá la capacidad lúdica
del docente a cargo y su disponibilidad para prestarse al juego, su capacidad de conectar con
el deseo de cada niño, invitándolo a nuevas propuestas, desde elementos muy simples hasta
aquellos más complejos. No se trata exclusivamente de jugar con los niños, sino de estar
cerca, atento, acercar posibilidades sin imponer mientras descubrimos los avances de los
niños y sus intereses hacia nuevas ofertas. Jugar con ellos es sin duda, una instancia más,
especialmente con los más pequeños, pero buscando el equilibrio de no generar dependencia
del adulto y promoviendo el intercambio con los pares, aún cuando todavía se encuentren en
la etapa del juego paralelo.
Los materiales de juego deberán también estar en concordancia con el grupo, considerando
las necesidades y los intereses y no simplemente desde las indicaciones de algún manual.
Los grupos son muy variados, independientemente que sean de una misma franja etárea. Esto
implica una constante observación de los niños, sus momentos de desarrollo, su cultura, sus
entornos familiares, de modo que la propuesta de material incluirá aspectos observados y
otros que generen nuevos aprendizajes. Cuanto más indefinidos son los materiales, mayores
posibilidades lúdicas abrirán. Pero, una vez más, el acompañamiento del docente es
fundamental para generar esta apertura. No se trata de “mostrar” a modo de modelo a seguir
cómo se juega con un material, sino de provocar desafíos para que los niños mismos
descubran nuevas posibilidades.
Una docente me explicaba lo siguiente: “Yo les enseño a jugar a los chicos. Por
ejemplo, me siento primero a la mesita y hago que me sirvo un té o café y les muestro
a los chicos, para que ellos sepan cómo se juega a la mamá”.
No hay un modo único de jugar ni de utilizar los materiales de juego. Aún en un juego de
reglas, los niños pueden disponer de las mismas, transformarlas de acuerdo a sus
posibilidades y necesidades. La riqueza para el docente es precisamente observar cómo cada
grupo de niños o niños en particular, adecuan el material y el espacio y lo transforman. Ahí
podrán descubrir diversos aspectos, aprendizajes, posibilidades y limitaciones. Jugar a la
mamá, a trabajar, a cocinar, a ser colectivero, a construir, etc. tiene muchísimas variables y
posibilidades. No se trata que los niños salgan todos con la misma modalidad de juego, sino
que desde el lugar del docente se habilite el juego y los diversos formatos que aparecen para
capitalizarlas en nuevos aprendizajes para los niños.
Todos estaremos de acuerdo en la importancia del juego dentro del Nivel, su lugar en relación
al aprendizaje, su valor transversal y esencial en esta etapa de desarrollo y crecimiento de los
niños. Pero no siempre queda en claro de qué manera habilitarlo y cuáles son las funciones
del docente.
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