que debiera ir de la mano de la observación detallada de las estrategias
y decisiones que el mismo bosque está tomando. Observar
detenidamente sus estrategias de adaptación y hacernos parte del
proceso podría llevarnos a tomar decisiones realmente positivas
para la conservación y resiliencia del entorno que formamos parte,
agregó Ignacia.
PAULA DÍAZ LEVI PARA LADERA SUR
En un artículo de Paula Díaz Levi, en www.laderasur.com, se expuso
que para conocer las implicancias de este fenómeno, un grupo
de investigadores analizó los bosques mediterráneos entre el norte
de Santiago y el límite sur del cordón de Cantillana, desde la costa
y precordillera de los Andes, con el objetivo de comprender cómo
varía geográficamente la resistencia de estos bosques frente a la
sequía que comenzó en 2010 en la zona central. El trabajo, publicado
en la revista Ecological Indicators, comparó las diferencias
espaciales en el verdor de los árboles entre los años 2000 y 2017,
revelando que al menos un tercio de estos bosques sufrió la pérdida
de verdor y, con ello, de su vigor.
“Estos análisis nos permitieron detectar que un tercio de los bosques
han sido afectados por la megasequía, pero también un
efecto de ‘refugio’ ante las sequías que proveen los fondos de las
quebradas debido a la acumulación topográfica de humedad. Sin
embargo, nuestras mediciones fueron hechas hasta el verano de
2017, y a raíz de que la sequía ha continuado, es razonable pensar
que ni siquiera estos refugios han sido suficientes para proveer resistencia
a los bosques mediterráneos. Hemos observado que en el
año 2019 hay un decaimiento mayor y más extensivo pero que aún
estamos analizando”, explica Alejandro Miranda, autor principal
ONG Conservación Andina
En conjunto con Colorado State University
JUNIO 2020
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