Revista Tierra Adentro | Page 6

4 / DEL EDITOR El ataque a los silo-bolsas y la relación Campo - Gobierno Hechos bolsa Por Jorge Rabanal Hace un puñado de días, en medio de acusaciones cruzadas entre el Gobierno Nacional y las entidades del campo por la liquidación de la cosecha, empezaron a aparecer silo-bolsas rotos que provocaron la pérdida de buena parte de los granos. Primero fueron ocho bolsones (seis de maíz y dos de soja) destruidos por desconocidos de manera intencional en un campo de Speluzzi, en la provincia de La Pampa. Y la imagen de vandalismo se repitió después en la localidad bonaerense de Cañuelas, a pocos kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. También sucedió en la ciudad de Rufino y, según se dice en voz baja, en muchos lugares más. Lo curioso es que en ninguno de los casos robaron nada, por lo que todo parece indicar que se trató de un nuevo mensaje contra los productores por el acopio de granos, a la espera de que mejoren los precios. O al menos eso es lo que coinciden en deducir, aun con matices, los distintos actores del Campo, políticos de la oposición y parte de la prensa. Desde CARBAP evitan explayarse en explicaciones oficiales sobre la razón del ataque a los silo-bolsas, pero off the record dejan trascender que “las permanentes acusaciones del Gobierno al sector” podrían estar entre las causales. E instan a las autoridades encargadas del tema a efectuar una rápida investigación para esclarecer lo acontecido. Carlos Garetto, presidente de Coninagro, se resiste a considerar que se trata de una “revancha política contra el campo, porque no hay pruebas”, y dice también que puede obedecer a “un problema entre productores o gremial”, y que eso lo tiene que determinar la justicia. Los productores que aceptan dar la cara para denunciar los daños, como José Butler, quien alquila el campo acometido en Cañuelas, se defienden explicando que el cereal no se encontraba ensilado por razones especulativas sino porque el mal estado de los caminos les había impedido movilizarlo. No se trata de ser ingenuos. Tampoco prejuiciosos. Y esto va tanto para los que supuestamente están de un lado como para los que se ubican del otro, como si ambos bandos vivieran en países diferentes. Las sospechas no l