Es tanto el tiempo que nos separa de los grupos de cazadores y recolectores que poblaron Tarapacá , que a menudo olvidamos lo cerca que , en realidad , estamos de ellos . Las personas que recorrieron la pampa hace 13.000 años también experimentaron emociones como la tristeza , la desconfianza , la frus-tración o la alegría . Como nosotros , se enfrentaron a desafíos y problemas , que algunas veces |
solucio-naron con éxito y otras no . Las personas que vivieron en las quebradas y las pampas tarapaqueñas com-partieron afectos y entablaron relaciones de amistad y compañerismo . También lloraron la pérdida de un ser querido , experimentaron el miedo de sobrellevar un gran temblor o sintieron rabia cuando la decisión de alguien más les pareció injusta . La envidia , la soberbia y la pereza también integraron el |
repertorio de sus emociones cotidianas .
No conocemos el idioma que hablaron los cazadores y recolectores de las pampas ni sabemos con qué nombre bautizaron a las estrellas del cielo del hemisferio sur . Sí podemos intuir que interpretaron el paisaje en clave sobrenatural , atribuyendo cualidades humanas y no humanas a los cerros , cuevas y caminos que recorrían día
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a día . Solo queda imaginarnos cuando , sentados en torno a un fogón al final de la tarde , compartían una merienda y una conversación . En instancias como estas debieron fraguarse mitos protagonizados por entidades prodigiosas , que no solo contribuyeron a forjar una historia común , sino que también legitimaron prejuicios y jerarquías que se heredaron de generación en generación . |
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