Revista semillas de paz edición 2019 Revista edición 2019 | Page 94
o
n
a
M
u
t
r
a
Solt
Palabras
a
d
i
d
e
p
s
e
de d
Institución Educativa CASD José Prudencio Padilla. ¿Qué pensaremos cuando
en unos años escuchemos ese nombre? Son tantas cosas… Aquí hemos pasa-
do casi la mitad de nuestras vidas y hemos aprendido tantas cosas: a ser so-
lidarios, generosos, responsables (unos más que otros), a escuchar, respetar,
compartir, a saber, que cada acto que realicemos tiene sus consecuencias -la
coordinadora hizo muy bien su trabajo enseñándonos eso-, aquí conocimos
el valor de la amistad y, en muchos casos, el amor. Todo eso nos va a acom-
pañar siempre, porque ya está en nosotros y forma parte de nuestra perso-
nalidad.
Compañeros, quiero darles los más sinceros agradecimientos por haberme
acompañado tan de cerca, y de manera tan efectiva en todo este proceso por
el que hemos pasado. Gracias por su entusiasmo, por esa alegría que desbor-
dan, por su apertura al cambio, por sus aportes y por secundarme en tantas
ideas, propuestas y proyectos, que hoy vemos realizados y han llegado a su
fin.
Todos los plazos se vencen, y hoy nos llegó el momento de despedirnos. Los
momentos fueron increíbles mientras estuvimos juntos. Sin embargo, nos
vamos alegres y optimistas con relación al futuro de cada uno de los aquí
presentes, pues conozco el compromiso y el amor con el que todos trabaja-
mos, y porque sé que, al igual que a mí, este duro pero necesario proceso nos
marcará para toda la vida y nos hará llegar a donde siempre soñamos.
No permitan que en épocas difíciles la rutina, el conformismo o el desaliento
nos dominen como muchas veces nos sucedió en la institución, sino, muy por
el contrario, luchen por mantener el espíritu de innovación y la pasión que
también nos caracteriza y que ha sido el motor por el cual hoy estamos aquí.
Sueño que en un futuro pueda volver a saber de ustedes, y entonces nos en-
contraremos nuevamente para reír y pasar esos momentos únicos, recor-
dando lo que fue y ya no será.
Y por último y no menos importante, mil gracias a los profesores que pusie-
ron todo su amor en este proceso, en apoyarnos, hacernos reír, pero, sobre
todo, por formarnos y enseñarnos que debemos trabajar duro en la vida para
lograr lo que queremos. Cada niño debería tener en sus vidas un adulto que
se preocupe por ellos. Y no siempre es el papá o un miembro de la familia.
Puede ser un amigo o un vecino. A menudo es un maestro.
Pueden estar seguros de que seguiré llevándolos en mi mente y en mi cora-
zón, porque como dicen, lo que una vez te hizo feliz nunca se olvida.
Con mucho cariño, Stefanía.