Tal distribución, empareja al espacio físico y al hombre, lo conduce a
formas particulares de interacción y las mismas se transmiten de generación
a generación. Y parece hermanarlo a un destino que lo emparenta cada día
más con la tierra. Pero tal condición, será sometida a prueba, una vez que “el
otro” acuda al encuentro y lo tome por asalto. Y a partir de esta confrontación
se comenzará a gestar una nueva dinámica sociocultural y política –
económica que conducirá a la estructuración de nuevos imaginarios y de
nuevas realidades.
2.3. El encuentro
Cuando para el año 1498, el Almirante Cristóbal Colón advierte las
costas de tierra firme, el europeo aún no poseía certeza de las implicaciones
de los hallazgos que se habían producido a partir del doce de octubre de 1492.
Sin embargo, sin muchas reflexiones y con menos consideraciones, este
expedicionario se dispuso a la exploración y la conquista del amplio territorio
que reclamaba para sus monarcas.
Es así, que cuando se inicia la ocupación del occidente de Venezuela,
inicialmente desde Coro y luego desde el enclave que se había constituido el
pueblo del Tocuyo, medio siglo después de la llegada del español, aún no era
mucho lo que se sabía al respecto de estas tierras y de los hombres que sobre
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Arbitrado
guandaes y miquichaes. En Carache estuvo el núcleo central
de los cuicas, que se acercaban a los Humocaros y
comprendían varios subgrupos, entre éstos los visupites, los
caraches y los chejendes. En Quebrada Grande – Distrito
Urdaneta – los miquimboyes, jajoes, duríes, esnujaques,
mucutíes y otros que estaban en las vecindades con los
timotes. A los indios de las riberas del Momboy, en lo que fue
después La Puerta, se les distinguió con el nombre de timotes.
En Escuque y de allí hacia Betijoque, desde la zona baja hasta
las inmediaciones del Lago de Maracaibo moraban los jirajaras,
los escuqueyes, los isnotúes, los mosqueyes, los moporos, los
tomoporos y los misoas, (Briceño, 1982b, pág. 76).