La relación existente entre las ciencias económicas y la ecología, debe
estrecharse y consolidarse ya que, el crecimiento de la primera y la
degradación de la segunda, conspiran contra la estabilidad de una población
mundial que de acuerdo a consulta realizada en Pirámide de la Población
Mundial (2016) asciende a 7.432.663.00, de los cuales el 50.4% es masculino
y el 49.6% femenino, estas cifras nos indican, entre otras cosas, que en
algunos meses la población mundial estará cercana a los 8 mil millones de
habitantes, ocupando espacios en un planeta que no crece, cuyos recursos
naturales son escasos, y donde la producción de alimentos no es suficiente
para satisfacer los requerimientos mínimos necesarios de cada individuo;
como bien nos menciona Fukuyama, (2002) “si se mantienen las pautas de
natalidad y mortalidad actuales, en el año 2050 el mundo ofrecerá un aspecto
sustancialmente distinto del que presenta hoy”. (pág. 104). Y esa distinción se
presentará de manera no deseada si no se toman las medidas para garantizar
una vida sustentable en el planeta.
Lo anterior nos indica que se deben generar los recursos para que
semejante cantidad de personas se sostengan de manera satisfactoria, no es
difícil entender que la generación, producción y distribución de recursos
requieren de un importante apoyo económico tanto de los gobiernos de las
naciones como del sector privado, es aquí donde los ambientalistas creen
entonces que la economía es un apéndice o subconjunto del desarrollo, sin
embargo los economistas piensan que es precisamente gracias a ellos que se
produce el desarrollo, siendo este un subconjunto que se deriva de economías
sanas y rentistas.
Para aclarar semejante polémica es preciso decir que la teoría
económica y sus leyes no explican el calentamiento global, ni el efecto
invernadero tampoco nos dicen las razones del derretimiento de los glaciares
y menos explica la desaparición de millones de especies de la faz de la tierra.
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Ensayo Arbitrado
1. Introducción