valores, que permita avivar además del conocimiento, las actitudes y los
valores éticos-morales de los estudiantes de manera que pueda insertarse con
éxito en una sociedad cada vez más compleja.
En este sentido, el sistema de educación superior, es un ente
constituido para responder a las demandas en todos los órdenes del país; lo
que significa, que es una institución que garantiza el progreso y desarrollo del
mismo. En correspondencia, debe constantemente ser reorganizado para
impulsarlo hacia las transformaciones imprescindibles que la sociedad
reclama, para actuar sobre esas necesidades de manera eficaz, eficiente y de
calidad.
Estas consideraciones, suponen que la educación superior debe
ejecutar una gerencia pertinente con los cambios y exigencias del momento,
donde a través de sus funciones básicas: docencia, investigación y extensión
dirija sus acciones hacia el logro de formar ciudadanos integrales, donde estos
adquieran herramientas fundamentales orientadas a la capacidad de
aprender, crear, innovar y comunicar a través de una actitud crítica, reflexiva,
analítica, proactiva, democrática y con un sentido de pertinencia social
enmarcada dentro de los valores ciudadanos. Sólo de esta manera, la
educación superior respondería a los fines por las que fueron creadas, que no
es más, la de contribuir con el desarrollo sostenible y sustentable del país.
Al respecto Romero (2004) afirma:
“El desarrollo del país requiere un sistema de educación
superior con mayor responsabilidad y mejor calidad, en el que
se asegure que los individuos cuenten con posibilidades reales
y excelentes de obtener una formación adecuada, con la
finalidad de egresar profesionales integrales que contribuyan a
hacer de nuestro país, una nación capaz de producir bienes y
servicios adecuados a las necesidades de su población (pág.
87).
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Artículo Arbitrado
personalidad, no se logra si no se hace énfasis en una educación basada en