La adquisición del conocimiento como herramienta de desarrollo
intelectual, es sin duda alguna la característica más relevante en el transcurso
de la evolución del ser humano como agente social. Por ello las instancias
gubernamentales
han
intensificado
esfuerzos
a
fin
de
responder
satisfactoriamente ante la alarmante preocupación suscitada a nivel educativo,
focalizándose en los procesos de formación del docente, y de esta manera
poder solventar las necesidades educacionales, según el momento histórico
en el cual se encuentra inmersa la sociedad.
Normalmente, surgen situaciones en las instituciones educativas que
ponen de manifiesto la actitud del docente para enfrentarlas y dar respuestas
satisfactorias, desde las funciones que están bajo su responsabilidad. La
actitud, puede expresar en el educador el nivel de compromiso, formación,
motivación, responsabilidad y sentido de pertenencia entre otras condiciones,
que conllevan a la realización exitosa de la labor a desempeñar.
Es importante resaltar que la praxis educativa lleva implícitos valores
éticos como la responsabilidad, siendo este el punto de partida para formular
la siguiente interrogante ¿hasta qué punto se siente comprometida una
persona en el desarrollo de sus funciones?, cuando se le adiciona a éstas otros
elementos ajenos a la labor, pero no excluyentes de la vida de ese ser humano.
En este sentido, se hace necesario una urgente y profunda reflexión
sobre los procesos educativos, haciendo análisis de modelos que respondan
a la realidad socioeconómica, política y cultural en los diversos contextos; con
el objeto de hacer rectificaciones en los mismos, apoyadas en el marco del
desarrollo del nuevo diseño curricular, orientadas a la deliberación profunda
sobre los procesos que definen la misión del ser docente dentro de una
organización educativa.
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Artículo Arbitrado
1. Introducción