estadios sucesivos hasta alcanzar un nivel de desarrollo que se manifiesta en
su actuación como ciudadano.
La escuela debe ser entonces el complemento del hogar en la
construcción sistemática del desarrollo moral y la formación de valores cuando
las condiciones familiares del niño no sean favorables, la responsabilidad de
la escuela aumenta considerablemente. En cualquier caso, la escuela debe
ser inteligentemente dirigida, celosamente cuidada y meticulosamente
evaluada, el niño vive inmerso en una sociedad que lo condiciona
implacablemente, por lo que el aula y el ambiente escolar deben permitir lograr
dos cosas.
Un ambiente donde puede tener espacio para sistematizar sus
conocimientos, analizar su situación, meditar sobre sus exigencias, apreciar
los valores, formular comparaciones y asumir opiniones críticas, la colectividad
escolar que sea ejemplar en todas sus manifestaciones, pero esencialmente
en la conducta de sus directivos y docentes, de sus administrativos y obreros
y que ello se manifieste en sus relaciones humanas tanto dentro de la escuela
como fuera de ella. La coherencia entre los valores postulados en la escuela
y las actitudes cotidianas asumidas por diferentes sectores que interactúan en
ella darán validez ética a la labor educativa realizada con los alumnos y
alumnas.
En tal sentido tanto padres, representantes y docentes ayude a la
generación del presente a crecer en valores, en el trabajo educativo formal e
informal, hay que llegar a visualizar, en un esfuerzo consciente y constante,
una sociedad distinta que se orienta por nuevas pautas atendiendo a la
globalización que se presentan en este mundo persistente de cambios y
transformaciones y lo cual es sinónimo de postmodernidad.
Es por ello, que todos los involucrados en la formación del ser humano,
para tener éxito, tienen que orientarse en un paradigma el cual se fundamente
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Arbitrado
en que el ser humano, en la construcción de valores morales, pasa por