Revista Scientific Volumen 2 / Nº 3 - Febrero-Abril 2017 | Page 371

valores y antivalores, es decir, los que chocan con nuestra vida habitual, como la rutina o la conveniencia inadecuada. Desde este punto de vista, la educación como valor y centro del conocimiento para discernir la valoración de cada cosa, no puede subordinar su labor a tareas simplemente técnicas o mecánicas. Le corresponde un campo más ambicioso, hasta más polémico, donde se puedan confrontar las verdades de cada uno y luego respetar las de todos, sin manipulación posible, sino dentro de lo que supone valorar la libertad. Cabe destacar que el mundo de los valores abre un campo de infinitas posibilidades a la educación. Lo bueno es inacabable y ése es el espacio que el corresponde a la educación, su destino final. En su quehacer tiene el estimular, configurar, ser modelo que imitar y aquí encuadra la idea de Bolívar sobre el educador, cuando expresaba: “el docente debe ser no un sabio, pero si un hombre distinguido por su educación, por la pureza de sus costumbres, por su naturalidad, por ser accesible, jovial, franco, en fin, en quien se encuentre mucho que imitar y poco que reprochar”, y que de acuerdo con el criterio de la psicología, servirá para el modelaje permanente y ese modelo se enmarcara en los alumnos que ávidos de buenas imágenes, lograran su equilibrio armónico y vislumbrarán un horizonte donde los valores les lleven a obtener el fin que la ley pretende obtener; hombres sanos, cultos y preparados para convivir en democracia. Igualmente en esta época de postmodernidad, el conocimiento en el marco de los valores éticos es de gran importancia, puesto que permite dar a conocer las diferentes acciones que deben realizarse para alcanzar un sociedad justa y responsable, donde cada uno de sus integrantes asuman compromisos y responsabilidades como respuesta a la crisis moral que caracteriza el momento actual en el que se desenvuelve el ser humano y lo 370 Arbitrado algunos hechos tienen consistencia axiológica y otros no. Distinguir entre