las competencias gerenciales por parte de los directivos escolares; así como
las de Moscote (2012), De Yúnez (2009) donde se destaca la relevancia de
fortalecer la calidad educativa para el progreso educativo y la mejora de la
calidad de vida de los ciudadanos.
Por tanto, las competencias gerenciales pueden definirse como la
aptitud de un gerente para desempeñar sus funciones con base en los
requerimientos de calidad específicos de su campo laboral. Esta aptitud se
logra con la adquisición y desarrollo de conocimientos, habilidades,
capacidades expresadas en el saber, hacer, saber hacer, es decir, la
capacidad real para lograr un objetivo o un resultado en un contexto dado.
Al respecto, Mitrani y otros (2009: 24) afirman que competencia “es una
característica subyacente en una persona que está causalmente relacionada
con una actuación exitosa en un puesto de trabajo”. En ese sentido, se
consideran capacidades complejas que poseen distintos grados de integración
y se manifiestan en una gran variedad de situaciones en los distintos ámbitos
de la vida humana, personal, social.
Visto de esa forma, es pertinente entender que las competencias
gerenciales son comportamientos observables, pero también subjetivos en
cuanto que la percepción de los mismos depende del observador, por tal
razón, cuando se evalúan las competencias se requiere un procedimiento más
cuidadoso que el de los objetivos. Éstas pueden ser: genéricas, laborales,
profesionales.
Las competencias genéricas, de acuerdo con Tobón (2006) las
competencias genéricas se caracterizan por: (a) aumentar las posibilidades de
empleabilidad, al permitirle a las personas cambiar fácilmente de un trabajo a
otro; (b) favorecer la gestión, consecución y conservación del empleo; (c)
permitir la adaptación a diferentes entornos laborales; (d) no estar ligadas a
una ocupación en particular; (e) adquirirse mediante procesos sistemáticos de
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Arbitrado
problemáticas en las instituciones educativas relacionadas por el dominio de