JUANITA MARTINI
Nos reíamos de cómo una vez yo, que
babeaba por un cabro guapo amigo de ella, en
un carrete (fiesta) me convertí en la peor. O sea,
tampoco di el manso jugo, pero sí puedo decir
que no era yo. Entre los nervios y pensar en caerle
bien a esta persona, te pones más gritona quizás,
más avasalladora (pa que no se noten los nervios)
o quizás te puedes quedar muda o en el momento
en que vas a opinar dices el comentario más tonto
y fome de la fiesta. ¡Uuuff! Miles de acciones,
posiciones, actitudes, palabras más o menos de las
cuales no somos conscientes y que en definitiva…
¡¡¡CAGAN TOO!!! Y esto sólo en una noche porque
después se te ocurre seguirlo viendo, para que tus
planes de “agarrar al chiquillo” (ligar) sigan su curso
y probablemente nos convirtamos en la geisha del
todo. SÍ. ¿Juntémonos? SÍ (aunque estés haciendo
lo más importante de la vida) ¿Pásame a buscar?.
SÍ. ¿Me veo bien? SÍ. ¿TODO SÍ? SÍ ¡Ay, que terrible! Y
con eso uno la termina de cagar… Porque ¿a quién
le gusta el todo si? A nadie po….
Un año después de ese encuentro con el chiquillo
amigo de mi amiga, me lo volví a topar en un
cumpleaños y, como había pasado demasiado
tiempo sin saber de él y yo ya no estaba ni ahí,
el resultado fue el siguiente: conversamos toda
la noche, cagaos de la risa, muy buena onda,
deslenguada (sin importarme ni un segundo lo que
podía pensar él de lo que decía y como me veía),
varios copetes conversados o sea, todo fluía, todo
ameno y lo más importante, ¡obviamente a sus ojos
no parecía que “tenía el vestío en la cartera po”!
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