Con el pasar de los días y las semanas, las
bengalas eran tan comunes que apenas
me despertaban curiosidad salir a mirarlas
y tratar de entender dónde podía ser el
epicentro del supuesto peligro. Los típicos
callejones ya no me asustaban a pesar de
que son construidos especialmente para
escabullirse y desaparecer.
Las peleas nocturnas y los gritos de los ebrios
que perturbaban la tranquilidad de la favela y
la de los “Metralleta Boys”, me eran cada vez
más habituales y me recordaban a los típicos
escándalos afuera de cualquier discoteca de
Santiago.
Ciudad de Dios.
Mi visión cada vez era más familiar y de
confianza con la gente. Incluso cuando
los policías entraron un día en dos autos y
armados con metralletas el doble de grandes
que las que usaban los de la favela. Asustaban
con la actitud típica de Terminator, con el
fin de transmitir miedo a los narcos. Sin
embargo, los policías de las UPP que están
en las favelas pacificadas, tratan diferente y
mucho más amable y cercano a la gente y los
turistas.
Era tanta mi confianza que decidí recorrer
el Complexo de Alemão, la que alguna vez
fue catalogada como uno de los lugares
más peligrosas de Brasil y fue escenario
de la famosa película “Ciudad de Dios”. En el
2010, estas favelas fueron pacificadas por
el gobierno brasileño y se ubicaron diversos
UPP en puntos estratégicos para vigilarlas.
Este conjunto de 15 favelas ocupa unas 200
hectáreas en la zona norte de Río de Janeiro.
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