Este diciembre tenemos que decidir de qué queremos
enfermarnos. ¿Queremos enfermarnos de depresión,
de estrés o de ansiedad? ¿Queremos enfermarnos de la
depresión de no tener, del estrés de deber o de la ansiedad
de no perder? ¿Queremos enfermarnos de pobreza,
de deuda o de riqueza? Pero, sobre todo, tenemos
que decidir cómo queremos engañarnos. ¿Queremos
engañarnos con negación, evasión o sublimación? Porque
podemos creer que esto no nos pasa. Porque podemos
distraernos con las compras, las fiestas o las sustancias.
Porque podemos sobornar a nuestras conciencias con
buenas obras. Pero tarde o temprano, sea en junio o
sea en diciembre, la realidad encontrará el modo de
confrontarnos. Es parte de nuestra evolución y de la
evolución de nuestra especie.
Aunque todas las formas de la
solidaridad, incluyendo nuestro tiempo,
dinero y producto, son bienvenidas
(lo “subamos” al Instagram o no),
procuremos que nuestra fi lantropía se
manifi este primero en nosotros mismos,
en el amor a nosotros mismos (y a los
nuestros), antes que en los demás.
Los casos más rudos de la confrontación vienen en
forma de muertes o de enfermedades. Esa persona
que era nuestra motivación y que perdemos. Esa salud
que era nuestra protección y que perdemos. Depresión,
estrés, ansiedad, obesidad, diabetes, hipertensión,
dislipidemia, insuficiencia hepática, insuficiencia renal,
insuficiencia cardiaca, cáncer de mama, cáncer de colon,
cáncer de próstata, isquemias, embolias, demencias… Y se vale “subir” a Facebook todo lo que hacemos
por los demás, porque más allá de la presunción,
frecuentemente sirve para motivar, por inspiración o por
competencia, para que otros hagan lo mismo (y hasta
más y mejor). Lo que no se vale es “subir” a Facebook la
frase que no practicamos, la sonrisa que no ofrecemos o
la realidad que no vivimos. Día con día, mes con mes, año
con año, nuestra mente perfila nuestra realidad.
¿Cuántas de estas enfermedades empiezan por la mente,
antes de manifestarse en el cuerpo? ¿Qué dieta estamos
dándole a nuestro cuerpo y qué dieta estamos dándole a
nuestra mente? El mejor regalo que podemos dar (y darnos) es
comunicar exactamente lo que sentimos, lo que
pensamos y lo que sabemos. En ese orden, con
autenticidad, con sencillez, humildad. Cada cierre de
ciclo, cada cierre de año, tenemos la oportunidad (o el
pretexto) de alinear nuestra mente y nuestro cuerpo con
nuestra esencia. Y no se trata de perfeccionarnos de un
día para el otro, sino de entregarnos al nuevo ciclo, al
nuevo año, mejor que como nos entregamos al anterior,
al viejo, al pasado.
En plena era de la comunicación, no
conseguimos comunicar. Con nuestros
mensajes ambivalentes y nuestra
publicidad engañosa, no solamente les
hacemos daño a quienes creen estar
solos en la lucha diaria por la plenitud,
sino que también nos hacemos daño
a nosotros mismos, forzándonos a
vivir una libertad que en realidad nos
esclaviza.
Este diciembre, y para siempre, debemos
“enfermarnos” y “enfermar” de una “enfermedad”
llamada “autenticidad”, prácticamente erradicada por el
consumismo.
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Lo mejor de esta época, y de esta vida, es que la
congruencia es gratis. Basta con regalarnos la
experiencia de decir y de hacer precisamente lo que
deseamos decir y hacer, a nosotros mismos, a los
nuestros y a los demás. El resto es anecdótico. Los
regalos más valiosos no pueden comprarse. Y aunque
se nos olviden la autenticidad, la plenitud y la paz,
también son contagiosas. Hagamos de este diciembre
una pandemia de paz, de lo personal a lo social, pasando
por lo familiar y lo comunitario.
Por: Dr. Octavio Villalobos
Fundación Dr. Octavio Villalobos, A.C.
Casa de la Salud
Dr. Octavio Villalobos
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