Revista Rocamadour Revista completa | Page 30

30 Se dibujaban siluetas como flores en el campo, muy firmes y fáciles de distinguir; la gente corría en busca de árboles y se abrazaban a la primera sombra que se iluminase en el caluroso cemento, que en cuentos cortos nos contaban a cada parada del colectivo; mujeres y sus hijos, hijos con sus madres, abuelas con bolsas más grandes que sus nietos y pequeños puestos adornando las veredas con la esperanza de volver a sus hogares. Con el sol en el centro del techo yo miraba a mi mujer, que a su vez distraída contemplaba el cielo por la ventanilla. A mi parecer, pocas veces había tenido la oportunidad de tenerla cerca sin querer abrazarla, simplemente la sugestión de amarla en su momento me alcanzaba. Cada quien consigo mismo, sin interponer la mirada para sesgar sonrisas, nos dispusimos a emprender viaje a casa de sus padres, mientras el sol en el techo y su cara mirando hacia la ventanilla nos convertían en rutina. Yo mirándola, recordando la primera vez que la vi y pensando cuándo va a ser la próxima vez que sea la primera vez que la vea, y sintiendo la necesidad de abrazarla. Pero ella no está ahí, sino, en la primera vez que nos vimos. Viste una camisa color beige sin mangas y un pantalón negro, yo no sé lo que tengo puesto, tan solo la veo a ella, como la primera vez. No estoy nervioso, me sorprende lo distraída que es, mientras mira por la ventanilla, y camino hacia ella, estoy seguro que es ella, me habla pero no entiendo qué dice, y mientras trato de comprender pienso en que nunca había visto sus labios, pero ya los había besado. Ella toma asiento y pedimos un café, era la primera vez que pedimos un café, sus hombros descubiertos no tenían fin, desde su cuello partían las veces que nos abrazamos y lloró en mi pecho, pero era la primera vez que la veía sonreír. Aun no había escuchado su voz, y me sinceré con la garganta llena de preguntas. La vestí de dudas y me convenció de que a veces me equivoco, era la primera vez que nos veíamos y yo la sigo admirando distraída por la ventanilla, por el cielo, por árboles mal plantados, las veredas llenas de nadie, la gente que sube y baja de los colectivos, los enojos de estación, las madres con sus hijos, los hijos con sus cuentos, las abuelas sin abuelos, los vendedores con sueños de otoño, los semáforos que nos atrasan, mi poca perspicacia al referirme a cuánto quiero estar en mi casa, los La primera vez autos amedrentados por el tránsito, el sol en el techo y la primera vez que la vi. Siento su mano en mi rodilla y vuelvo a sentir el viento en la cara que se cuela por la ventanilla al mismo tiempo que un hombre detiene nuestro andar, cruza dos palabras con el chofer y se dispone a subir, con su hijo dormido en brazos y con un discurso de hambre, tan violento que me pone a pensar. Su paz requiere de años de concentración y su ropa me sugiere que su mundo, su vida, su condición, y su triste discurso, son míos, son nuestros y de nadie a la vez. Nos reparte pequeñas tarjetitas con frases y yo atino a leerla, aún pensando en su hijo en sus brazos, en el calor de la calle, y recuerdo cuando yo tenía su edad y jugaba con mis hermanos entre árboles que no tenían fin y el pasto que raspaba mis rodillas. Resuena en mis oídos mi vieja diciéndome que me quiere y no me es posible sostener la mirada sin sentir vergüenza de mi posición. Saco unos billetes y guardo la tarjeta, me parece injusto, me parece indigno, me veo jugando con mis hermanos, siento los brazos de mi hermana abrazándome como queriendo dibujarme en ese instante, para siempre. Veo mi ropa manchada por tardes enteras fuera de mi casa, siento fortuna y vergüenza, también vuelvo a sentir la mano de mi mujer en mi rodilla, y lo veo bajar con un pequeño puñado de billetes en la mano. Ella me mira y me pregunta si estoy bien, le sonrío, le digo que sí, y me doy cuenta que es la primera vez que la veo en mucho tiempo. R **************************************** Diego Ariel Rojas , 30 años, del planeta tierra, orgulloso papá de Joaquín, músico de ocasión, escritor por consecuencia. Bibliografía: Amor impar - poemario - 2018 (Editorial Independiente) Más allá del color - 2018 (Editorial Dunken) ****************************************