En el pasado se discutió
bastante la identidad de
este animal, llegando a ser
considerado una especie
independiente (Bos
indicus), así como su
origen. Tras sugerirse su
descendencia
del gaur (Bos gaurus) y
del banteng (Bos
javanicus), se ha
demostrado hoy en día que
el cebú es en realidad un
descendiente de la
subespecie de uro que
habitaba antiguamente en
la India, Bos primigenius
namadicus, y que fue
domesticada hacia el
8000 a. C. En
consecuencia, el cebú
pertenece a la misma
especie Bos primigenius
taurus que cualquiera de
las otras razas de ganado
vacuno que existen,
aunque siguen sin
descartarse posibles
cruzamientos en el pasado
con las otras dos especies
de bueyes salvajes
asiáticos citadas.
Los cebúes se caracterizan
por la presencia de
cuernos normalmente
cortos, orejas caídas,
joroba pronunciada sobre
ψχ
los hombros y amplia
papada. El pelaje es corto y
de color claro, frecuentemente
blanco y uniforme, aunque en
algunos individuos puede estar
salpicado de manchas
pequeñas y oscuras.
Su utilidad como animal
doméstico está fuera de duda,
pues se puede decir que sirve
para casi todo. Se utiliza como
animal de carga y tira por igual
del carro y del arado; también
se aprovecha su leche, piel y
carne, aunque ésta sólo es
consumida por los practicantes
del hinduismo cuando el
animal ha muerto previamente
de viejo. La gran utilidad de
este animal desde hace tanto
tiempo ha acabado por
convertirlo en la
tradición brahmánica en
una reencarnación de la
fertilidad de la tierra. Su
muerte, o el simple hecho de
molestarlo por nada, son
considerados un sacrilegio.
Como consecuencia de esto,
la India es actualmente el país
con la mayor cabaña bovina
del mundo, y los cebúes se
pasean con total tranquilidad
incluso por calles atestadas de
tráfico. Los cebúes también
están presentes en el sur