▶ PLAYER
ONE
ALEX KIDD
Apelando a sus grandes puños, Alex Kidd tuvo que pelear con enemigos externos
e internos para lograr, luego de mucho tiempo, un lugar más destacado en la industria.
▶
Por Christian Gulisano
V
ivir a la sombra
de Mario y de
Sonic no es tarea
fácil para ningún
personaje que deba llevar
consigo la etiqueta de
“mascota” de una compa-
ñía. Alex Kidd in Miracle
World fue la respuesta
de Sega a Nintendo y
Super Mario Bros., y nos
presentó a Alex Kidd, un
chico petiso y orejudo que
se la da de karateca. Con
este juego, Sega espe-
raba afianzar su Master
System y, emulando a su
archirrival, crear una saga
con un personaje icónico.
Pero Mario ya tenía tres
años cuando nació Alex y
seguía creciendo con muy
buena salud, gracias a una
NES difícilmente podía
igualar. Y además se da
el lujo de tener su propio
juego de bicicletas (cinco
años antes de que Mario
se lanzara a las carreras
con Super Mario Kart) y
de hackear & slashear en
una parodia del mismísimo
Shinobi. Con una perso-
nalidad entrañable y un
gran sentido de justicia, el
pequeño orejas supo ganar
el corazón de los fieles
jugadores de la Master
System, en aventuras con
reyes, guerreros e intrin-
cados lazos familiares.
Sin embargo, al mismo
tiempo que sacaba juegos
de Alex Kidd, Sega ya es-
taba con la cabeza en otra
consola y una mascota
Alex se ganó a los jugadores en
aventuras con reyes, guerreros
y lazos familiares.
consola que dominaba el
mercado mundial. Sega,
Master System y Alex Kidd
tuvieron que conformarse
con un lugar relegado en
Japón, algo de atención
en Europa y poco más.
Así y todo, se lanzaron
seis juegos de la saga, lo
que demuestra la buena
recepción que los fans
de la consola le dieron al
personaje.
Alex recorre mun-
dos, pelea con enemigos
y resuelve puzzles en
hermosos escenarios
llenos de colores que la
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rebelde e irreverente con
la que finalmente robarle
protagonismo a Mario.
Con la llegada de Sonic,
la figura de Alex termi-
nó por verse totalmente
eclipsada. Sin embargo,
los años pasaron y el boom
por los juegos clásicos lo
rescató del ostracismo y
le dio un reconocimiento
que, por méritos propios,
merece. No más sombras,
Alex Kidd