Revista Redes de Metal. (Número 1).pdf May. 2014 | Page 22
L
a ciudad de Detroit está sumergida en una profunda crisis
de la que parece incapaz de salir. Si bien en el plano económico, la vieja MoTown se encuentra en una quiebra de la que
por el momento parece difícil escapar, en el plano baloncestístico las noticias para aquellos que ven en los Pistons y en el
baloncesto la vía de escape a la mala situación que atraviesa
la ciudad tampoco son excesivamente buenas.
Los Pistons terminaron la campaña 2012/2013 fieles a su tradición desde que aquella segunda generación de `Bad Boys´ liderada por Chauncey Billups, Richard Hamilton y Rasheed y Ben
Wallace maravillara al mundo de la canasta entre 2003 y 2008,
es decir, con un récord negativo que les situaba en la cola de
la conferencia este y sin opción alguna de luchar por estar en
la postemporada. De esta manera, una reconstrucción urgía
cuanto antes en la franquicia tras varios años de travesía por
el desierto, vagando por la liga sin motivación ni objetivos.
Para dicha reconstrucción, Tom Gores, propietario del conjunto del estado de Michigan, confío, por última vez, en Joe Dumars. El mítico escolta de la primera (y original) generación de
Bad Boys que se alzó con el anillo en 1989 y 1990 tenía una
última oportunidad de rehacer el plantel. Su crédito, mantenido por el campeonato obtenido en 2004, estaba a punto de
agotarse. Sin duda, en la plantilla había mimbres para hacer de
los Pistons un equipo competitivo de nuevo, con dos piezas
sobre las que edificar el proyecto: Greg Monroe y Andre
Drummond.
Así pues, Dumars dio el primer paso en su intento de reconstruir el proyecto seleccionando a Kentavious Caldwell-Pope en
el octavo puesto del Draft. Posteriormente, de sobras son conocidas sus apuestas realizadas en verano: Josh Smith y Brandon Jennings. A Smith se le firmó un contrato de 56 millones
por 4 años, mientras que Jennings llegó en un traspaso en el
que el mayor activo involucrado y que cogió las maletas rumbo a Milwaukee fue Brandon Knight. Solamente por nombres,
la ilusión volvía a florecer entre la parroquia Piston, que soñaba con años después, ver a su equipo en Playoffs.
El elegido para llevar el timonel de los jóvenes e ilusionantes
Pistons fue Maurice Cheeks, que tras dirigir a los “Jail” Blazers
de Zach Randolph, Shawn Kemp, Rasheed Wallace, Damon
Stoudamire y compañía (2001-2005), a Philadelphia 76ers
(2005-2008) y ser asistente de Scott Brooks en Oklahoma City
Thunder, cogía los mandos del equipo Michigan con el objetivo de llegar a Playoffs. El hecho de que contratar a Cheeks fue
un error (uno entre muchos), quedo retratado durante el
transcurso de la `Regular Season´.
22
22