El sistema de dominación en Chile
Tal como se presentaba en septiembre de 1970, el sistema de dominación chileno era el re-
sultado de la recomposición de alianzas de clases acaecida en la década de 1930. A grandes
líneas, se asiste en aquel entonces a la culminación de un largo proceso de cuestionamiento
de la dominación oligárquica, que ejercían la clase terrateniente y la burguesía comercial y
financiera, estrechamente asociadas al imperialismo. Esa dominación se rompe en los años
30 para reestructurarse de nuevo en torno a la vieja oligarquía y las clases medias
burguesas; se trataba de una solución de compromiso que no era específicamente chilena,
sino que correspondía a las nuevas formas de dominación que, con la sola excepción de
Argentina, emergían entonces en los países latinoamericanos de mayor desarrollo capitalis-
ta relativo.
Lo peculiar del caso chileno se debe a la situación de la pequeña burguesía en el nuevo
esquema de alianza de clases y su posición vis-à-vis del Estado. No tanto porque la pe-
queña burguesía obtuviera allí ventajas y privilegios, ya que esto se dio también en otros
países latinoamericanos, como México y aun Brasil: en todos ellos la pequeña burguesía,
proporcionando las tropas de choque de las clases medias, desempeñó un papel relevante
en la lucha política y entró a participar directamente en la gestión del aparato estatal, va-
liéndose de ello para cuidar sus intereses económicos. Ello fue sobre todo cierto para sus
capas no propietarias, que mejoraron considerablemente sus oportunidades de empleo y
sus condiciones de remuneración, gracias a la ampliación de los servicios públicos, así
como también al impulso industrializante recibido por la economía que hizo expandirse
las ramas privadas de los servicios. En el México de Cárdenas o en el Brasil tenentista, del
mismo modo que en el Chile del Frente Popular, se desarrolla entonces una amplia capa
burocrática de extracción pequeño burguesa.
La pequeña burguesía chilena llega así a conformar una verdadera capa política dirigente, que,
respondiendo a los intereses de su clase, convierte a ésta en su conjunto en una clase de apoyo
activa al sistema de dominación vigente. No sorprende así su adhesión decidida a las instituciones
y valores que ella misma ha ayudado a forjar y que le han resultado por lo general beneficiosos. El
profesionalismo de las fuerzas armadas chilenas y su respaldo a la institucionalidad no son sino una
manifestación de esa actitud de clase de la pequeña burguesía, una vez que el aparato armado del
Estado quedó también virtualmente en sus manos.