Siento que en ese momento el
enfoque gramatical del lenguaje me
frustró y provocó tedio en referencia
a la lectura y la escritura, en la clase
de lenguaje solucionaba talleres que
planteaban las cartillas. Eran menos
las oportunidades para aportar
puntos de vista, formas de ver o
afrontar las cosas.
También transcribía extensos textos
con el objetivo de aprender
ortografía, ser más diestro y ágil a la
hora de escribir. De esta experiencia
en la primaria conservo algo muy
importante, aprendí a “leer y
escribir”. En este punto, es útil
aclarar que en mi familia la lectura no
era un hábito. Lamento que desde
pequeño no me hayan heredado ese
inmenso placer de practicar la lectura
como una pasión, como la puerta a
otros mundos posibles y para resolver
dudas de la vida cotidiana.
Luego inicié el ciclo de secundaria en
la I.E. El Salvador. Recuerdo muchos a
mis docentes por la calidad de
personas que eran, modelos a seguir:
por su pasión y energía.
Mi primera lectura del área de
lengua castellana fue Juan Salvador
Gaviota de Richard Bach, me causó
interés por la manera envolvente del
narrador para describir un entorno
lleno de aves y sus problemáticas.
De trabajo tuvimos que hacer un
resumen y buscar las palabras
desconocidas. Para clase también
leímos Juventud en Éxtasis, El
Caballero de la Armadura oxidada,
Pedro Páramo, El Lazarillo de
Tormes y Cantares del Mío Cid.
En esta línea de ideas, tuve el honor
de ingresar a la Universidad de
Antioquia, para realizar mi pregrado:
Licenciatura en educación básica
con énfasis en humanidades, lengua
castellana. Se dio la oportunidad de
un nuevo cruce con la lectura, la
escritura y la literatura. Ha sido
hermoso reencontrarme y dejarme
cautivar de la literatura, de la
diversidad de textos, conocer
tantos mundos posibles. Es
valiosísimo adentrarse y reconocer
el arte de la palabra, la
majestuosidad de las voces de
tantos pensamientos.
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