Revista Oficial del XXX Concurso Centroamericano del Caballo Peruano 2015 | Page 14

JRM Legendaria Yegua Laureada, Nacional de Peru Madre de Campeones Los criadores en general no tienen que ser para nada genetistas ni grandes conocedores del mejoramiento genético de una raza, pero sí deberían tener, al menos, algunos conceptos claros para desarrollar una crianza acertada y exitosa en el Caballo Peruano de Paso. Mucho se habla y se discute de los padrillos en la crianza, tema que es acertado pero es trascendental solo, si se ha realizado dentro del criadero, una buena selección de las yeguas que componen su base genética ya que a ellas, se les va a cruzar con los diferentes reproductores que existen en el ámbito de la raza. Muchas veces nos encontramos con nuevos criadores aficionados, que creen necesario adquirir muchas yeguas para empezar esta labor y desconocen que lo importante es tener pocas, pero muy buenas, para obtener los resultados y satisfacciones esperados. Otros, buscan la base genética del criadero pensando y evaluando la menor inversión al elegirlas, no dándose cuenta, que si dejan de adquirir yeguas de calidad genética desde el inicio, jamás obtendrán los logros que se deben esperar en la cría. En el caso de los criadores que ya tienen un plantel de yeguas formado, nos encontramos con los que no tienen la suficiente frialdad para descartar lo que ya es una realidad: Existen yeguas que no reproducen lo que uno realmente quiere obtener de ellas y piensan que, en consecuencia, los padrillos utilizados una y otra vez sin resultados satisfactorios, son los responsables. Lo que deben entender, es que estas nunca lo harán, porque tienen defectos muy prepotentes en sus genes. Cabe recordar que los genes responsables de los defectos, se alejan u ocultan en las crías, pero siempre permanecen en el código genético y no hay que permitir que retornen o reaparezcan al utilizar padrillos que los pueden llevar genéticamente en su familia. En los buenos criaderos, el criador se pasa todos los años de su vida como tal: buscando cuales son las buenas madres, que obviamente tienen que ser de líneas probadas, de familias solventes en cuanto a calidad por ancestro. Nunca se puede insistir creyendo, que de una yegua que no tiene una buena 14 familia detrás, libre de defectos muy notorios, obtendrá, como tocada por una varita mágica, la gran yegua madre que todos nos demoramos en obtener a lo largo de la vida y créanme que hay muchísimos, por más persistentes que sean, que nunca la consiguen porque, además de conocimiento, hay que tener objetividad. Insisto, la familia es la que manda; cuando no pueda acceder a obtener la gran yegua o un embrión de ella, hay que buscar a las hermanas maternas, hijas o sobrinas directas, que lleven la sangre de esta gran familia. Si uno analiza la historia de los grandes criaderos del Perú, se dará con la sorpresa que hay en ellos solamente dos a cinco yeguas como máximo, que han sido las fundadoras y generadoras de la descendencia que realmente cumplió con las altas expectativas que el buen criador desea alcanzar. Buenas hay muchas, pero si hablamos de excelencia, solo hay pocas que poseen la prepotencia genética de imprimir en sus crías la gran calidad que ellas tienen en forma consistente y segura. ¡Por eso es que las grandes yeguas, de buen ancestro, cuestan! Porque le permiten al criador no perder tiempo y dinero para obtener buenos resultados, que es lo que debe buscar y lograr. La crianza demanda tiempo, dinero y esfuerzo, nada es gratis cuando queremos resultados. Siempre hay dos caminos: escatimar en el gasto comprando en cantidad lo que vale menos y le permitirá solo dar un pasito a la vez, demorándose muchísimo tiempo sin ninguna garantía de éxito; o el que invierte y gana tiempo adquiriendo una yegua, potranca o embrión de una familia notable, porque como se puede analizar, los mejores resultados son conseguidos por los productos de este grupo de animales en forma consistente, aclarando que no necesariamente los mejores reproductores machos o hembras serán siempre los ganadores o campeones del concurso. Sabemos que de vez en cuando aparece un animal bien preparado y puesto que, bien exhibido, puede obtener un buen resultado, pero cuando se le exige descendencia de calidad, allí empiezan sus problemas. El criador bueno y de verdad sabe que la crianza es personal, que si pide el consejo de un tercero, será porque éste apunta al mismo estilo de caballos que él, cree en el mismo destino y ha tenido éxito personal en su propia crianza o dando buenos consejos a otros criadores que ya han tenido éxito anteriormente. Esta es la garantía que tiene y por esta razón se le considera una autoridad en el ámbito del Caballo Peruano de Paso. Todos estos exitosos criadores, suelen ser eternos insatisfechos de lo que poseen, están mirando siempre los defectos de sus animales, buscando las características que les falta introducir al criadero, están siempre preparados para el cambio, para lograr la cría que buscan. Ellos, no la pueden encontrar al 100 % de su satisfacción porque, en primer lugar, la cría es dinámica, evoluciona constantemente; además, porque siempre serán los más críticos de sus propios animales, aunque no lo digan abiertamente, conociendo los defectos y sintiéndose frustrados por no conseguir lo que realmente buscan. Lo importante es que conocen lo que quieren obtener, lo persiguen, no se engañan, continúan en la búsqueda de esa eterna imagen que tienen graficada en su interior, probando diferentes formas de conseguirla a través de la selección, adquiriendo embriones o semen de buenos reproductores tratando de lograrlo, porque los domina la pasión, afición y reciedumbre que debe tener siempre un buen criador. Sin estas condiciones, nunca tendrán esa profunda motivación para llegar al éxito que desean. Hay un dicho argentino que siempre repetía mi padre, el cual grafica claramente lo que deseo expresar: “CUANDO ELIJA EL RUMBO QUE TRAZÓ, CON PACIENCIA SIGALÓ, CON FE Y VOLUNTAD, QUE QUIEN NO SABE PARA DÓNDE VA, NO SABE PORQUÉ PARTIÓ”. Ahora bien, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo escoger y cómo descartar, si ya se tienen algunas yeguas en el criadero pero, sin que hayan alcanzado los resultados esperados? Para empezar hay ciertas pautas que un criador tiene que conocer claramente: Primero, qué estilo o tipo de animal le gusta dentro del universo existente y tiene a la vista, para que desde esa base seleccione lo que quiere y sea la plataforma de vientres sobre los que va a construir toda su base genética. Este prototipo que busca y le gusta, evidentemente, debe estar bien alineado con el patrón de raza oficial en cuanto a estructura y andares como primera condición. Otro aspecto importante es constituir un grupo de yeguas con ausencia de defectos notables en cuanto a conformación y pisos, difíciles de combatir en los cruzamientos que se hagan. Es decir, hay características indeseables que son muy complicadas de alejar en cada individuo del grupo y que se relacionan entre sí genéticamente hablando. Les mencionaré algunos que de mi experiencia de criador y juez he observado: 1.- Los animales que menudean al caminar, que no tienen la soltura adecuada al andar y, para decirlo en forma simple, necesitan de muchos pasos o batidas para trasladarse, a diferencia de otros ejemplares, que con pocas batidas, recorren la misma distancia. Este defecto es muy transmisible y requiere normalmente la exhibición de este tipo de animales a mucha velocidad en los concursos. Es muy difícil corregirlo a través de los cruzamientos en la crianza, dificulta la obtención de animales de buenos pisos, sueltos, cadenciosos, de buena mecánica al desplazarse. No olvidemos que esta es la virtud más importante y la razón de ser de la raza. 2.- Los animales que no tienen impulsión y buen desplazamiento en los posteriores, que están impedidos de acelerar la marcha porque no cuentan con la fuerza en los posteriores para lograrlo. Muchas veces tienen un dorso mal unido y débil, las ar- 15